Evangelio del día: «Señor, enséñanos a orar». Lc11,1-4

Ariel González

El mes de julio ya se acaba, y el verano va avanzando. Hemos terminado un curso intenso y vamos a recargar baterias para el curso que viene. Para aprovechar este tiempo de descanso, te dejamos la entrevista de uno de los seminaristas de Vitoria, Ariel González, en la que nos comparte la manera en que descubrió y vive su vocación y su opinión sobre la situación actual de la Iglesia y de los jóvenes en Vitoria. Es esperanzador encontrar testimonios de jóvenes como Ariel, porque revitalizan la esperanza y la ilusión de saber que todos recibimos la llamada a la santidad, y a la vez nos confirma que hay que ser verdaderamente valiente para responder y elegir a Jesús: el darse a los demás.

Ariel forma parte de la Comunidad Neocatecumental que se reúne semanalmente en Vitoria. Si estás interesad@ en asistir a sus reuniones ponte en contacto con ellos a través del correo rmatervito@gmail.com

Yasel Fermín
Delegada de Pastoral con Jóvenes

Soy Ariel González

Soy Ariel Isaac González Flores, tengo la edad de 21 años. Estudio grado en Teología en la Facultad del norte de España, Vitoria, como seminarista Redemptoris Mater de la diócesis. Procedo de Nicaragua. Descubrí a Jesucristo en mi vida por medio de la transmisión de la fe de mi familia, en la forma de vivir, "extraña" comparada con las demás personas de mi entorno. Y de manera más concreta, al entrar en una comunidad del Camino Neocatecumenal, donde verdaderamente he descubierto quién es Jesús para mí y el amor incondicional que tiene hacia mí.

Mi vocación la he descubierto en la comunidad a la que pertenezco, mediante un encuentro vocacional de jóvenes realizado en Nicaragua, con diversas comunidades de Centroamérica. Donde tras la escucha de una predicación, el Señor ablandó mi corazón y rompió mis esquemas.

Allí desde la primera llamada a ser cristiano, Jesús me concedió el discernir la llamada al presbiterado con una comunidad de hermanos y en la comunidad del seminario. Actualmente pertenezco al seminario Redemptoris Mater de Vitoria, y es un regalo vivir la universalidad de la Iglesia y el llamado de ir a todas partes donde Jesucristo precede ante mis limitaciones.

Los obstáculos como joven que he tenido desde los inicios de pertenecer a una comunidad, han sido los de ir contra corriente a los demás jóvenes, abstenerme de algunas cosas que no han estado bien y he tenido conciencia de ello, y por esa misma razón ser cuestionado o visto mal desde los entornos familiares y de amigos que no entendían mi proceder y  qué me hacia comportarme de manera distinta. Y siempre en mi entorno estaba esa pelusilla, pero también quedaba en ellos la pregunta de ¿Qué tenía yo, que ellos no tenían para ser feliz? Y me salvaba pensar dentro de mi ser indigno, poder ser luz en medio de mi entorno.

Luego con la vocación se rompieron mis esquemas, aparte de mi poca luz al no entender bien porque el Señor me llamaba, mi entorno lo comprendía menos, y venir al seminario ha sido una lucha fuerte, pero que ha valido la pena, porque el Señor en ningún momento me ha dejado solo, me ha librado de muchos ídolos y me ha hecho sentirme más libre aún de lo que era antes.

Con lo que respecta a la relación de los jóvenes con la Iglesia, creo que nos falta lo fundamental como lo ha expresado en su momento nuestro obispo D. Juan Carlos Elizalde, “la centralidad de la eucaristía” y tener un fondo de base; creo que nos falta sentirnos identificados con el ser cristianos y lo que ello conlleva realmente. Y no tener miedo a manifestarlo.

La realidad en Vitoria, si bien es verdad que es difícil ante la sociedad de hoy, creo que tiene un potencial enorme, de donde se puede sacar muchos aspectos positivos, y ante ello se necesita un mayor seguimiento de los jóvenes, no sólo en las parroquias sino más allá de ellas. Y con los jóvenes que se trabaja incitarlos a que inviten a sus amigos y compartan el tesoro que se recibe en la Iglesia.

Creo que es necesario que los jóvenes que tenemos hoy en la diócesis tengan el mensaje cristiano, de que Dios les ama, y lo crean realmente. Porque con este mensaje arraigado en sus corazones puede brotar en ellos el no quedarse sólo ellos con este mensaje, sino el transmitirlo. Y con los más pequeños velar por ellos desde sus primeras etapas de juventud y cuidar de su carisma y potenciarlos en sus vocaciones diversas.

Con respecto al sínodo de jóvenes y las propuestas hechas por el Papa Francisco, es de agradecer en primer lugar la escucha que se ha tenido por parte de la Iglesia, de la voz de los jóvenes ya que sin duda somos el “futuro de la Iglesia”, y ante la problemática de nuestros días vivida, la Iglesia ha sabido respondernos con expresiones claras y considero que prácticas. Ante ellas creo que debemos tener una actitud de acogida con un espíritu disponible a su vez para emplearlas. Y hacerlas vida en cada uno de nuestros grupos juveniles donde nos alimentamos de la fe; y desde esta maduración en comunidad poder expresarla en el contexto social -sea por las redes sociales, en el colegio, universidad, trabajo, tu propia familia, un día de pintxo, desde el lugar donde estés- estamos llamados a expresar esta fe, no podemos quedarnos callados del amor de Cristo que hemos encontrado. Insistir en lo que se nos invita, ponernos en camino, caminar, pero caminar juntos nunca solos e ir recogiendo y enlazando jóvenes en nuestro caminar y llevarlos al conocimiento de Cristo que espera siempre.

Un mensaje a los jóvenes: que no desesperéis, que la vida tiene sus altos y bajos, que se cae pero así mismo debemos levantarnos, que ante este camino de la vida que igual te parece sin esperanzas donde quizá sientes que tu familia no te entiende, no te sientes querido, muchas veces sólo, triste..., muchos aspectos que pareciera que no tienen solución, ni salida, la tienen. Es más, el sufrimiento tiene sentido, cada aspecto de la vida tiene un sentido, cada adversidad va dejándonos madurez, cada alegría nos deja un momento marcado y razones porque luchar, pero más allá de los sentimientos, si se tiene la figura de Jesucristo en el interior de la vida, todo encuentra su sentido último y pleno y la vida es diferente, porque a pesar de todo nunca estás sólo, tienes a alguien que camina contigo, te acompaña y sufre contigo, pero su mayor deseo es verte feliz, que descubras que Él tiene un plan para tu vida, y una vocación extraordinaria que es la vida, y saberla vivir con este sentido en el saberte “amado” con un amor más alto que los cielos, y mayor que cualquier amor humano. ¡Dios te ama! Ese es el sentido de la vida. Ser amado aún cuando se sufre saberse amado por un Dios que todo lo hace por ti, que está enamorado de ti, que te espera pacientemente para que te dejes encontrar por Él, desde la eternidad ya pensó en ti, anímate a descubrirle, pero más aún a dejarte encontrar por Él.

Algunas preguntas rápidas para ponerme más de manifiesto:

Mi lugar favorito: la montaña cerca de mi casa con mi familia

Un sueño por cumplir: viajar a Brasilia

Persona a la que admiro: Mi madre y el Obispo de esta diócesis Don Juan Carlos

Una película: Blade Runner, Siempre el mismo día, Harry Potter

Una actriz: Rachel Mc Adams

Un libro: Los miserables

Un Santo: San Francisco de Asís

Un poeta: Rubén Darío, Gabriel García Márquez

Un sentimiento: melancolía

Una canción: “The Chainsmoker”

Un color: azul

Una comida: una buena barbacoa

Un lugar: el bosque de Apante (En Matagalpa, Nicaragua) junto a su riachuelo

Una frase: “Ama y haz lo que quieras”

Un valor: “valentía”

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