Evangelio del día: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo». Jn6,44-51

Carta de los Obispos por la jornada misionera «La Misión es vida»

Queridos hermanos:

Nuestro saludo más afectuoso en la Jornada de las Misiones Diocesanas Vascas. Es una gracia para nuestras comunidades diocesanas refrescar sus raíces misioneras. El Papa Francisco en su Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Alemania recuerda algunas claves que nos pueden ayudar tremendamente en estos momentos. Las brindamos como unas señales que nos marcan también nuestro camino sinodal misionero.

«Es necesario, por tanto, como bien lo señalaron vuestros pastores, recuperar el primado de la evangelización para mirar el futuro con confianza y esperanza porque, evangelizadora, la Iglesia comienza por evangelizarse a sí misma. Comunidad creyente, comunidad de esperanza vivida y comunicada, comunidad de amor fraterno, tiene necesidad de escuchar sin cesar lo que debe creer, las razones para esperar, el mandamiento nuevo del amor» (7) Toda nuestra acción misionera parte de este primer anuncio del amor increíble del Señor. Ése fue el origen de nuestra colaboración misionera en aquellas tierras. A ese origen volvemos cada año en esta jornada.

«De ahí que nuestra preocupación principal debe rondar en cómo compartir esta alegría abriéndonos y saliendo a encontrar a nuestros hermanos principalmente aquellos que están tirados en el umbral de nuestros templos, en las calles, en cárceles y hospitales, plazas y ciudades. El Señor fue claro: «buscad primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura» (Mt 6, 33). Salir a ungir con el espíritu de Cristo todas las realidades terrenas, en sus múltiples encrucijadas principalmente allí donde se gestan los nuevos relatos y paradigmas, alcanzar con la Palabra de Jesús los núcleos más profundos del alma de las ciudades. Ayudar a que la Pasión de Cristo toque real y concretamente las múltiples pasiones y situaciones donde su Rostro sigue sufriendo a causa del pecado y la inequidad.» (8) Refrescamos, con ocasión de esta jornada, la prioridad por las personas más vulnerables, los pobres como lugar teológico, los últimos como icono del rostro del Señor y nuestro servicio a los más desfavorecidos como termómetro de nuestra relación con el Señor.

«Y, a su vez, sea la Pasión del Señor la que despierte en nuestras comunidades y, especialmente en los más jóvenes, la pasión por su Reino. Esto nos pide «desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es fuente de un gozo superior. La misión es una pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo» (EG. 268) Deberíamos, por tanto, preguntarnos qué cosa el Espíritu dice hoy a la Iglesia (Ap 2, 7), reconocer los signos de los tiempos, lo cual no es sinónimo de adaptarse simplemente al espíritu del tiempo sin más (Rm 12, 2). Todas estas dinámicas de escucha, reflexión y discernimiento tienen como objetivo volver a la Iglesia cada día más fiel, disponible, ágil y transparente para anunciar la alegría del Evangelio, base sobre la cual pueden ir encontrando luz y respuesta todas las cuestiones. Los desafíos están para ser superados. Debemos ser realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!». Importa mucho, en nuestra comunidades frágiles y envejecidas, acertar con las prioridades. No nos sobran fuerzas como para permitirnos el lujo de equivocarnos. Dar la mejor respuesta en este momento, supone asumir el «sensus ecclesiae» en comunión con Pedro y el colegio apostólico, en sintonía con el santo pueblo fiel de Dios, y tal y como la Iglesia universal celebra los sacramentos y explica la Palabra.

«Salid al encuentro de cada persona con la amabilidad y la compasión del padre misericordioso, con ánimo fuerte y generoso. Prestad atención a percibir como vuestro el bien y el mal del otro, capaces de ofrecer con gratuidad y ternura la misma vida. Que esta sea vuestra vocación; para que como dice Santa Teresa del Niño Jesús: solo el amor hace actuar a los miembros de la Iglesia; si el amor se apagase, los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio, los mártires se negarían a derramar su sangre», decía el Papa a los obispos italianos en su 70 asamblea. Jornada para renovar el amor misionero y para colaborar con generosidad con nuestros misioneros y con nuestras comunidades hermanas. Que nuestros jóvenes sean los primeros cuestionados y beneficiados ante esta misión apasionante que compartimos.

Con todo nuestro afecto, nuestra bendición,

+ Mario Iceta Gabicagogeascoa,
obispo de Bilbao

+ José Ignacio Munilla Aguirre,
obispo de San Sebastián

+ Juan Carlos Elizalde Espinal,
obispo de Vitoria

+ Joseba Segura Etxezarraga,
obispo auxiliar de Bilbao

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