Celebración del Día de la Catequesis en el Seminario Diocesano

Eran las diez de la mañana del pasado sábado, el 27 de octubre. Un vientecillo frío se colaba por las calles de Vitoria. Las nubes, amenazadoras. Los enlaces de catequesis se juntaban con el director del Secretariado, Pedro Mª Lahora, y con Lourdes Ochoa, delegada de Pastoral Familiar, en el vestíbulo del Seminario Diocesano. Calor en sus corazones y un cálido ambiente en el Seminario. Ultiman pequeños detalles.
Sobre las diez y media comienzan a llegar catequistas, niños y familias. Saludos calurosos, una sonrisa en los labios y el equipo de acogida fichando discretamente al personal. Bastan unas pegatinas y rotuladores de cuatro colores. El vestíbulo luce unas artísticas flores hechas con globos. En un “roll-up” se lee el lema que preside las celebraciones de estos años: Catequistas y familias educamos juntos en la fe - Katekistak eta familiak fede heziketan elkarturik.
Van a ser las once menos cuarto. En la capilla pública se presenta la jornada. Pero lo primero, saludar al Señor: “hola, Dios, estoy aquí”, con música y gestos. Pedro Mª, como director del Secretariado, da la bienvenida a todos los presentes y presenta la mañana y las actividades que se van a realizar. Antes de salir rumbo a los talleres, saludan con devoción a María, que para eso es sábado.
A las once comienzan los cinco talleres organizados. En cuatro de ellos —el sembrador, mural, paracaídas y caramelos— los participantes rotan cada cuarto de hora. El quinto taller —cantos con gestos— simultanea a los otros cuatro recogiendo a quienes terminan sus talleres antes de los quince minutos estipulados. Enlaces y catequistas dirigen estos talleres con destreza. El tiempo pasa volando.
A las doce del mediodía comienza la celebración de la Eucaristía. Preside Carlos García Llata, vicario general, acompañado de cuatro presbíteros. Otros se encuentran abajo. Un grupo de voces y guitarras de la parroquia Santa Josefa, reforzado con algunas de Todos los Santos, entonan “Ciudadanos del mundo”. Todos se suman al canto y, en el estribillo —“Por eso estamos aquí. Conmigo puedes contar”— los gestos reafirman la disponibilidad de grandes y pequeños.
La celebración discurre a buen ritmo. Carlos se remanga en la homilía. Nos hace caer en la cuenta de lo bueno y enriquecedor que resulta reunirnos una buena parte de las comunidades cristianas de la diócesis, salir cada una de su mundillo, conocernos y compartir esta mañana catequistas, niños y familias. La celebración, animada, participada y sentida. Qué bien cantaron todos, ¡y con gestos! Con la bendición, Carlos, recordando al papa Francisco, alentó a todos a ser sembradores con el “dale, dale, dale”.
Antes del “podéis ir en paz” y al ritmo del “viva la gente”, cuatro sacerdotes con varias enlaces entregaron el “Evangelio 2019” a los adultos y un bolígrafo con angelito a los niños, el boli de la “cate”, para que recuerden que el Sembrador está siempre con ellos y los cuida.
Tras la Misa, la mesa. El picoteo —bueno y abundante, preparado por el Seminario— y la animada conversación, hicieron las delicias de niños y mayores hasta cerca de las dos de la tarde.
El sol abraza ahora la ciudad, y la luz y la calidez del encuentro resplandece en los rostros sonrientes y agradecidos de todos los participantes.
Un gracias enorme a las catequistas, enlaces y a quienes han hecho posible la celebración de este Día. Una mención especial para el personal del Seminario que ha facilitado siempre con eficacia y amabilidad los medios necesarios. Eskerrik asko denori!
Delegación de Pastoral Familiar
Secretariado Diocesano de Catequesis