Evangelio del día: «Jesús cura a muchos y multiplica los panes». Mt15,29-37

Conferencia: "Cuando la devoción se convierte en arte y el arte, en patrimonio"

El pasado lunes, 14 de enero, Susana Aréchaga ofreció la conferencia “Cuando la devoción se convierte en arte y el arte, en patrimonio”. Susana Aréchaga es la Delegada de Patrimonio Histórico Artístico de nuestra diócesis e Historiadora. La conferencia estaba incluida dentro del ciclo organizado por “Aulas de la Tercera Edad”, con motivo de la declaración del año 2018 como Año Europeo de Patrimonio Cultural. El pasado lunes la sala, con un aforo de 180 personas, estaba prácticamente llena.
En su intervención explicó la importancia de las manifestaciones artísticas en el cristianismo, que se ha servido de la imagen — por su vocación universalista, segundo Concilio de Nicea, s. VIII— como herramienta fundamental de la transmisión del mensaje evangélico. “Arte es estética y arte es comunicación. Ambas partes están presentes en el patrimonio artístico cristiano” —explicó.
La conservación, restauración , protección y difusión de todo este patrimonio comenzó a legislarse en la Europa del siglo XIX a partir fundamentalmente de lo arquitectónico y artístico. Aréchaga realizó un repaso de las leyes que en Europa, en España y en el País Vasco han supuesto hitos importantes para la conservación del mismo. Un patrimonio artístico, el religioso, que es “cualitativamente y cuantitativamente, el más importante en toda Europa Occidental”.
Tras un somero repaso a las manifestaciones artísticas religiosas de la humanidad, entró en las primeras manifestaciones artísticas cristianas, en las que jugaba una baza importante la estética de aquel momento en el que el Imperio Romano dominaba todo el Mediterráneo. Puso como ejemplo la representación del Cristo Buen Pastor, en las catacumbas romanas, que tomaba como modelo el Moscóforo, una escultura del periodo arcaico griego, en tono al 570 a. C., que representa a un hombre con un ternero a su espalda.
Se empiezan a desarrollar los templos cristianos a partir de las antiguas basílicas romanas, en función de la liturgia cristiana que allí se va a celebrar. Nacen los baptisterios, independientes, con planta central; los mausoleos —algunos reconvertidos de la arquitectura romana—. En los primeros siglos de la Edad Media el arte empieza a desmaterializarse, es decir, la forma se sacrifica a favor del mensaje que se quiere transmitir. Con la llegada del Renacimiento, los artistas de la época dejan todo su talento en el arte cristiano, que presenta unas formas plenas, fruto de la perfecta fusión de la estética clásica y la espiritualidad cristiana.
En nuestro territorio las primeras manifestaciones religiosas que se conservan —y que todavía tienen culto— son los eremitorios rupestres (el caso de Nuestra Señora de la Peña en Faido). Otros ejemplos antiguos: restos de una basílica paleocristiana en Salinillas de Buradón, y también en Dulantzi. Con el Románico, lenguaje estético de la plena Edad Media, se produce una unidad de estilo en el orbe cristiano, fruto del culto a las reliquias, las peregrinaciones –Caminos hacia Santiago de Compostela -y la importancia del monacato benedictino. También hay importantes manifestaciones en nuestra diócesis: numerosas imágenes marianas (Andra Maris), Virgen entronizada, madre del Salvador con el niño en su regazo, que toman como modelo la theotokos bizantina; templos como los de Armentia, Estíbaliz, San Juan de Marquínez, la Asunción de Tuesta, etc. Este arte de época feudal representaba a una sociedad sacralizada que entendía perfectamente una estética de formas ingenuas pero de gran carga expresiva.
La arquitectura religiosa fue parte fundamental de la planimetría en las nuevas villas góticas como Laguardia, Vitoria o Salvatierra. Las iglesias pasarán de ser fortalezas de Dios al lugar donde el fiel siente su presencia y su cercanía gracias al verticalismo —unión de la tierra con el cielo— donde cobra importancia la luz (los vitrales) como símbolo de la presencia misma de Cristo en el templo. En esos momentos nacerá el retablo. Como ejemplo, el más antiguo de la diócesis, el políptico de Yurre. Destacan muchos otros a partir del siglo XVI como el retablo mayor del Santuario de la Encina con su torre eucarística y sobre todo retablos con el sagrario integrado, desde el Concilio de Trento, platerescos, romanistas y barrocos, hasta un total de 24 declarados Monumento. En las parroquias más pobres que no podían permitirse pagar retablos, surge la pinceladura o pintura mural, para la creación de retablos fingidos.
Para finalizar su exposición, Susana Aréchaga destacó los esfuerzos que desde el Obispado se están realizando para la conservación, el mantenimiento y la difusión del rico patrimonio religioso de nuestra diócesis, el trabajo en la intervención y restauración a través de la Comisión Mixta ( Diputación y Obispado), y el interés del Museo Diocesano de Arte Sacro. Asimismo puso en valor la labor que realizan párrocos y personas voluntarias que en sus comunidades, especialmente núcleos rurales, por el mantenimiento de este patrimonio.

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