Evangelio del día: «¡Dichoso el vientre que te llevó! Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios!». Lc11,27-28

Día del Seminario

Las diócesis vascas celebran el día de la Inmaculada Concepción con un añadido: el Día del Seminario. Dejamos aquí la carta que uno de los rectores de Vitoria, D. Alfredo Arnáiz, ha escrito por este día.

Día del Seminario 2019:
Seminarioa, guztion egitekoa / El seminario, misión de todos

Un año más, un entrañable saludo, hermanas, hermanos:

Hablamos tanto de misión… nos urge tanto. Nos va tanto en ello. Desde el Seminario Diocesano también nosotros nos asimos a esa palabra, que contiene muchísimo, y la hacemos texto y necesidad del lema de este 'DÍA DEL SEMINARIO 2019KO SEMINARIOAREN EGUNA'. Misión, tarea, preocupación, apuesta, sueño, esfuerzo… Y así todo lo que imaginéis. Pero hay algo más: “misión de todos”. Ahí se completa, se hace universo este mensaje. Permitidnos unas palabras que os muestren nuestro grito de auxilio en esta jornada, bajo la mirada y el amparo de la Virgen Inmaculada.

Empezando por el Señor, claro. Misión de los Tres. Por eso, primero la oración. Que el Padre no deje de enviar obreros a su mies. Que el Hijo nos regale pastores según su corazón. Que el Espíritu Santo conduzca la barca de la Iglesia y la llene de pescadores decididos, listos, santos, que, desde el respeto a la libertad, animen sin descanso a entrar en el océano inmenso del amor de Dios. Misión de todos, alentada por los más interesados: la Santa Trinidad.

Siguiendo por vosotros, hermanos laicos. Y no es cuestión solo de mayoría. Los sacerdotes os necesitan para poder servir como es debido al pueblo sacerdotal. Os necesitan para recordar sin descanso que el Señor es nuestro pastor, que se va haciendo cercano también con sus pastores, presbíteros suyos. Y los necesitáis. Más allá de ideologías, o quimeras, o buenas intenciones que a veces se quedan en eso, los necesitáis en lo más urgente y visible: Eucaristía y Reconciliación. Pero no sólo. Este ministerio tiene una riqueza alucinante, un valor increíble, una necesidad tremenda. El Señor lo ha querido. Seguro que si lo descubrís comprenderéis por qué es misión especialmente vuestra que surjan sacerdotes. Y no digamos nada si nos paráramos a pensar en la tarea que tienen en esto vuestras familias, vuestros movimientos, vuestras parroquias, nuestros pobres.

Podríamos pensar en esas otras familias que viven con especial consagración la búsqueda de una vida de fe bien arraigada, de un amor progresado en común, de una esperanza que no decaiga a pesar de evidencias que pueden desalentarnos. La misión de todos incluye a las religiosas y los religiosos que saben de cierto que el ministerio sacerdotal bien vivido, que sintoniza y sirve a los consagrados, les ayuda a mantener su camino de fe cada día mejor. ¡Qué maravilla cuando vemos a hombres y mujeres que han dedicado toda su vida al Señor implicarse, en oración y ánimo, en la búsqueda de vocaciones al sacerdocio! Se toman en serio una misión de todos porque saben de su irremplazable valor.

Entre ellos sabemos y agradecemos la oración constante y emocionada de nuestras contemplativas y nuestros monjes. Casi no es necesario ni decirlo, ni explicarlo: toda su vida pensando en los seminaristas y sacerdotes. Y no es de extrañar viendo la vivencia que tienen, por ejemplo, de la Eucaristía, que no lo es todo, pero lo penetra todo por la presencia del Señor resucitado de manera tan suprema. Quiera Dios que esa experiencia contemplativa nos contagie el aprecio de la misión por el Seminario. Creceríamos.

Supongo que podríamos seguir repasando largo rato con otras realidades. La Iglesia es tan amplia… Desde luego es misión especial de los clérigos, sacerdotes y diáconos permanentes, con nuestro obispo a la cabeza. Sin ellos la misión estaría incompleta. Sin su empuje, testimonio y llamadas constantes y atrevidas a posibles candidatos la sequía está garantizada. Misión de todos, misión especialmente suya.

Seguramente se nos olvida alguien entre ese “de todos”. Incluid las ausencias que veáis y recordad a quien os comente algo sobre el Seminario eso: que es misión de todos. Incluso de los que pasan, de los que piensan que no va con ellos porque no es su proyecto, de los que piensan que no es lo que ellos quisieran, los desilusionados… Ojalá su corazón se vaya animando a tomar también esa misión como suya y veamos cómo aumenta el número de servidores injertados en Cristo, además de por el bautismo, por ese ministerio de amor al Señor y a su Pueblo.

Y hay más, antes de acabar: también es misión de los alejados, de los no creyentes, de los que no nos comprenden o piensan que no nos necesitan. ¿Sí? ¿Será verdad? Con sus dudas, con sus críticas y, sobre todo, con sus búsquedas, también forman parte, tal vez sin saberlo, de lo que Dios nos va diciendo y pidiendo. Una misión la suya distinta, especial, tal vez difícil de descubrir o entender. Una humanidad tan doliente, ¿no va a urgir a que respondan testigos del Amor más grande que den su vida por completo configurados con Cristo Cabeza y Pastor que da la vida por entero? Es un servicio tan genial y provechoso…

Feliz, sencillo, compartido, fraterno Día del Seminario. Que esta misión de todos no termine y podamos alegrarnos porque a la tarea del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, se una la nuestra con las fuerzas que los Tres nos den. Que ellos os bendigan.

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