Evangelio del día: «No fue Moisés, sino que es mi Padre el que da el verdadero pan del cielo». Jn6,30-35

Entrevista a la religiosa alavesa Mª Esther Arrieta, 28 años en Marruecos

esther misioneraEn el mes de septiembre, Maria Esther Arrieta, religiosa Franciscana de María, ha visitado Vitoria. Alavesa, natural de Ozaeta, esta mujer de 80 años, que no se cansa de hablar ilusionada de los trabajos realizados y de los que quedan por hacer, comenzó su vida religiosa en 1957. Ya con 28 años, fue destinada a la primera misión, a la selva amazónica peruana. “Esa primera misión, siempre es especial: por las ganas, la juventud, la fuerte vocación… si no iba, no me parecía que estaba donde tenía que estar” explica recordando sus primeros años de misiones. Allí se despertó una fuerte capacidad de amar, le empatía y el cariño con aquellas comunidades tan afectivas, que le hicieron sentir que formaba parte de la “familia universal” y que Dios es realmente el Padre de todos. Después de unos años volvió a Vitoria, por necesidades familiares, y en esos años fue profesora en Vera Cruz, San Viator, Sagrado Corazón, la UNED… Pero llegó la hora de volver a la misión, a un lugar completamente nuevo: Marruecos. Y allí vive desde 1987.

Cuando llegó a este país había 21 fraternidades de religiosas de su congregación, que sumaban casi 200 hermanas. Hoy son solamente 6, y 59 religiosas. “Cuando llegué allí estábamos en una realidad muy marcada en un país que había sido protectorado francés, con mucha población europea nacida allí”. La dedicación de su congregación en esos años era fundamentalmente en hospitales, orfanatos, “gotas de leche” para bebés abandonados… También trabajaban en educación, en colegios extranjeros - la ECAM (Educación Católica Marroquí)- “fueron colegios que se crearon durante el protectorado pero que aún siguen existiendo, a pesar de que pueda parecer una contradicción, pero que es superada por la gran calidad educativa de los mismos” explica Mª Esther.

Recuerda con cariño el testimonio de algunos de esos niños acogidos en esos años: “En un funeral reciente de una de nuestras hermanas, un hombre joven, al que ella recogió abandonado - con cuatro años andaba a gatas por malformaciones -, se puso en pie con sus muletas y dijo `hoy estoy de pie gracias a las hermanas, y orgulloso de estar trabajando por mi pueblo´… Nosotras no enseñamos a estas personas a emigrar, sino a vivir y trabajar por su pueblo. Pero también somos conscientes de que Dios nos conduce, nosotras no dirigimos el mundo, Dios se sirve de nosotras”.

En los últimos años han realizado además trabajo pastoral en las prisiones de Casablanca y Rabat Sali. Todas las semanas, una visita a cada cárcel, únicamente a presos católicos. En Casablanca, alrededor de 300.

La promoción de la mujer ha sido también una parte importante de su trabajo, para que puedan salir del analfabetismo y también de sus casas. En Casablanca además de la cárcel, hay una Escuela de Formación Permanente para Mujeres analfabetas.

También se ha hecho un interesante trabajo para ser enlace entre personas que pueden dar formación en actualización sobre las novedades legislativas que reconocen derechos nuevos para las mujeres y entre otras cosas, prohíbe contraer matrimonio antes de los 18 años. “Hemos creado un grupo de especialistas en leyes, una psicóloga… para que puedan trasladar a las personas estos cambios, que san conscientes de estos nuevos derechos que se les han reconocido”.

“La promoción de la mujer es un camino muy lento y muy largo que se basa en la confianza y en el diálogo de vida”, reconoce la religiosa. “Podría hablar de circunstancias horribles, que las hay. Pero también experiencias increíbles de cariño, confianza y amistad” – añade.

Actualmente reside en el Norte de Marruecos, cerca de Tetuán y a 40 km de la frontera, por lo que están muy cercanas a toda la problemática de los fenómenos migratorios. Residen en los locales de una antigua iglesia. “Ahora la Iglesia, después de unas importantes obras de acondicionamiento, se ha convertido en Biblioteca Universitaria – centro Cultural Lerchundi-, puesto que estamos en una zona universitaria y los universitarios estudiaban sus apuntes a la luz de las farolas en la calle y detectamos esa necesidad…” … Siempre con los ojos abiertos…

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