Evangelio comentado 19 mayo
Lee la Palabra de Dios y tómate un tiempo para meditarla. ¡Feliz lectura!
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 5-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado»
Comentario por Francisco Javier Gárriz, laico
Jesús se despide de los discípulos, en quienes se crea un gran dolor, puesto que el vínculo de unión entre todos ellos y Jesús era muy fuerte –en seguimiento y en fe–. Se trata de una despedida dolorosa como la que sentimos los presos cuando nos alejamos de nuestras familias y se agrieta ese vínculo que se forma con la cercanía y la convivencia, pero que se mantiene gracias al amor y a la fe que, por otro lado, se restaura con el regreso a casa, al núcleo familiar.
Jesús además les dice: “Os conviene que yo me vaya”; en verdad les anuncia que se va para enviarnos su Espíritu. Un Espíritu que cubre la faz de la tierra y que, para los presos, más que para cualquiera, es una fuerza de libertad.
Jesús, de tu Espíritu me viene el consuelo tan necesario en este tiempo de prueba, de soledad y tristeza, que vivimos en prisión.
Desde mi experiencia personal, interno en el Centro Penitenciario Araba/Álava, puedo dar fe de lo necesario que es concienciarse de los delitos cometidos y la culpabilidad –yo soy culpable y me arrepiento de mis delitos; soy pecador–. Y, así como el mundo está condenado por el pecado, nosotros, condenados, podemos abrirnos al Espíritu y humanizarnos.
Donde hay humanidad allí está Jesús. Lo tenemos con nosotros y, en el Centro Penitenciario, nos relacionamos constantemente con Él y sin darnos cuenta: en la relación con los compañeros.
“Lo que hicisteis con uno de estos, a mí me lo hicisteis”
Cuando entré en prisión y decidí acoger al Espíritu en mi corazón, cambió mi vida. Me hizo libre de verdad y pude sentir “mi llamada” al servicio de los demás que, gracias a Dios, he podido desempeñar en la Enfermería (Centro de Salud Zaballa C.P.) de la prisión.
Un saludo a todos los lectores de mi reflexión al Evangelio del día.