Evangelio comentado 20 marzo
Lee la Palabra de Dios y tómate un tiempo para meditarla. ¡Feliz lectura!
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 28b-34
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
«¿Qué mandamiento es el primero de todos?». Respondió Jesús:
«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».
El escriba replicó:
«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
«No estás lejos del reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Comentario por Jesús Marauri Bujanda
Aquellos primeros cristianos estaban plenamente convencidos de que "el amor a Dios y el amor al prójimo no se pueden separar". Porque son la misma cosa definitivamente. Y es tan cierto esto que el culto, los rituales, los sacrificios -¡aunque solemnes y sagrados todos ellos!- valen menos y tienen una importancia muchísimo menor. Luego, la Iglesia antigua bien que se encargó de recalcarlo y repetirlo en textos neotestamentarios, en apócrifos y en la Didajé. (Dunn)
El cristianismo siempre ha tenido muy presente esta convicción. Pero más como una exigencia espiritual y moral que como una afirmación central de nuestra fe. Porque, todavía hoy, aún contando con la parresía del Papa Francisco, muchos siguen centrados y destacando más su fe en Dios que su fe en el hombre. Y por eso siguen apuntalando e implementando en algunas comunidades cristianas más "la Ley, el Templo y el Culto", que el respeto a la dignidad humana de mujeres y hombres y que la defensa, protección y desarrollo de los derechos humanos de todas ellas y ellos en la Iglesia y en la "Casa Común". (Castillo)
El domingo pasado a medio día regresaba a mi residencia, haciendo el recorrido rutinario, "procesionando" solo y en silencio el "sagrario" de Txagorritxu que portaba "custodiado" en mi mochila. El Coronavirus está petando de tal manera el hospital que su espacio religioso tiene que ser imprescindiblemente habilitado con urgencia, acomodándolo para acoger servicios indispensables en la lucha contra el virus. Pasará, por tanto, la Capilla a ser "hospital de campaña". Dentro de este hospital permanecerán ingresados cientos de enfermos al cuidado de miles de profesionales y trabajadores de la salud. La atención y dedicación, desmedidas y sin tregua, de los mismos para curar y paliar tanto dolor y sufrimiento nos humaniza a todos. En todas las personas, enfermas y sanas, que abarrotan Txagorritxu, "se cumple hoy y aquí" el mensaje central de este evangelio. En ellas "vemos y tocamos" la presencia real del Jesús sanador, liberador y salvador de los Evangelios.
Me impresionó escuchar al biblista E. Martín Nieto, en una charla de animación pastoral carcelaria hace muchos años en Madrid, decir que tendría que parecer mucho más dificultoso a la inteligencia tratar de "entender la presencia sacramental" de Jesús bajo las substancias del pan y vino, que "entenderla" en el pobre, el enfermo, el preso, el de fuera... Y, sin embargo, nos creemos a pie juntillas sin mayor dificultad la primera haciendo reverencias y genuflexiones. Y mira por dónde, en cuanto a la segunda presencia sacramental citada, nunca se ve a nadie parado ante una cárcel o un hospital haciendo una venia o una genuflexión (¡¡a no ser que equivalgan a los aplausos de agradecimiento de estas noches pasadas, desde ventanas y balcones de nuestras viviendas !!). "Cuando me disteis de comer... cuando vinisteis a estar conmigo en la cárcel y en el hospital... a mí me lo hicisteis".
En esta cuarentena cuaresmal acabemos esta homilía volviendo al texto evangélico de hoy: "Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: "No estás lejos del Reino de los Cielos". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas."