Evangelio del día: «¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna». Jn6,60-69

Evangelio comentado 24 abril

Lee la Palabra de Dios y tómate un tiempo para meditarla. ¡Feliz lectura!

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 1-15

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:
«¿Con qué compraremos panes para que coman estos?».
Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le contestó:
«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?».
Jesús dijo:
«Decid a la gente que se siente en el suelo».
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda».
Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
«Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo».
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

Comentario por Laura García

Con el Evangelio de hoy podemos considerar una escena maravillosa, la multiplicación de los panes y los peces. Su lectura nos muestra a un Jesús misericordioso. Según llega la tarde, Jesús se preocupa de dar de comer a todas aquellas personas, cansadas y hambrientas y cuida de cuantos le siguen,  al ver a tantas personas que no tenían que comer, obra el milagro. 

 San Juan nos cuenta como, al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia Él mucha gente, le preguntó a Felipe: “¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?, pero me quiero detener en como el evangelista añade que, “lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer”.

El Señor no necesitaba de nadie para obrar el milagro, pero nos enseña que para que ocurra tenemos que colaborar. ¿Y cómo podemos hacerlo?.

Los cinco panes y los dos peces son una representación de los talentos que Dios nos ha regalado. Sólo en la medida en que los demos a los demás darán fruto pero si los guardamos para nosotros mismos se echaran a perder. El Señor nos ha entregado a cada uno de nosotros unos dones y los tenemos que multiplicar, como Él hizo con los panes y los peces. Llevarlos a todos nuestros hermanos para que todos puedan conocer la misericordia de Dios y su inmenso amor por nosotros.

Tenemos que ser como el muchacho que aparece en el Evangelio. El milagro comienza cuando el niño da los cinco panes de cebada y los dos peces que tenía. Su generosidad fue fundamental para que Jesús obrara el milagro. Pues si nosotros decimos sí, ofrecemos al Señor  lo que tenemos y, le pedimos que nos ayude a multiplicarlo se producirá el milagro. Él multiplicara esos dones que cada uno tenemos porque los hemos recibido para darlos a los demás. Como dice el Papa Francisco “el Señor nos hace recorrer su camino, el del servicio, el de compartir, el del don, y lo poco que tenemos, lo poco que somos, si se comparte, se convierte en riqueza, porque el poder de Dios, que es el del amor, desciende sobre nuestra pobreza para transformarla (…).

En esta situación de actual confinamiento frente a las dificultades de tanta gente, de sufrimiento, de soledad, tenemos muchas formas de poder ser generosos como el muchacho del evangelio, tenemos en nuestras cestas los cinco panes y dos peces que necesita nuestro prójimo, a veces será dejando a un lado el miedo o colaborando en alguna iniciativa,  en casa, llenando cada día de muchos detalles de servicio que ayuden a trasmitir  a los nuestros serenidad y alegría, transformando todo lo que parezca malo en oportunidades de servicio a los demás,  o con algo tan sencillo como una simple sonrisa que devuelva la confianza a los que están a nuestro lado. Que no nos quedemos sin hacer nada.

Pidamos hoy al Señor que nos dejemos transformar por Él, que nos guíe para salir y no tener miedo de darnos, de compartir, de amarle a Él y a los demás. Que seamos como Jesús  en este evangelio que quiso hacer partícipes a los discípulos de su amor servicial por todos y, por eso cuando ellos pretenden despedir a la gente, Jesús les dice: “dadles vosotros de comer”. Pidamos también por todos nuestros sacerdotes que en cada Misa repiten los mismos gestos que Jesús hace en este Evangelio sobre los panes “ levantó los ojos al cielo y pronunció la bendición sobre ellos, los partió y empezó a dárselos”. 

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