Evangelio del día: «¡Dichoso el vientre que te llevó! Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios!». Lc11,27-28

Evangelio comentado 17 marzo

Lee la Palabra de Dios y tómate un tiempo para meditarla. ¡Feliz lectura!

EVANGELIO

Lectura del Santo Evangelio según san Mateo 18, 21-35

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:

«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».

Jesús le contesta:

«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:

“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.

Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:

“Págame lo que me debes”. 

El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:

“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.

Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:

“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”.

Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Comentario por Javier Zubiaurre

El Rey de la parábola del hoy representa a Dios. El súbdito que le debe diez mil talentos, una gran deuda, una suma enorme, somos cada uno de nosotros.

Tal deuda imposible de pagar merece en justicia nuestra condena. Pero ante nuestra petición sincera de perdón, Dios en Su Hijo Jesús nos lo perdona todo. Nuestro certificado de condena ha sido clavado en la Cruz. Hemos sido salvados gratuitamente por la Fe en la Sangre de Su Hijo. Toda nuestra enorme deuda ha sido perdonada, todo nuestro pecado ha sido lavado en la Sangre de su Hijo Jesucristo.

Don inmerecido este Amor, este Perdón gratuito que no puede ser merecido, conquistado, ganado, sino acogido en pobreza y Fe.

Luego viene la reacción del súbdito con un deudor suyo que le debía una cantidad ínfima en comparación. Son nuestras propias reacciones guardando rencores ante ofensas, celos, envidias que reflejan nuestro mezquino corazón al igual que el del súbdito de la parábola.

Hemos de volver una y otra vez a ese Amor primero, a ese Perdón Inmenso y gratuito que recibimos De Dios por Pura Misericordia, por pura Bondad de Su Gran Corazón. Y desde la medida de este Gran Perdón; no desde nuestros intereses,
desde nuestros cálculos, no desde nuestra pobre humanidad... perdonar.

El Seńor nos conceda esta Gracia. ¡Bendito sea!

Comparto además esta poesía para acompañar a la reflexión del Evangelio de hoy.

 

¡El corazón cúrame!

Me das Padre
un
Perdón
que no merezco.
Y yo Seńor...
rencores,
celos,
malquereres
ante
hermanos te ofrezco.
El corazón cúrame
Dios mío,
en Tu Perdón perdone,
en
Tu Amor ame...
del Tuyo lo siento tan lejos.

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