Evangelio del día: «Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida». Jn6,52-59

Hasta que la muerte nos separe

encuentromisionero2016Es raro el día que no publiquen en los medios de comunicación alguna de las últimas estadísticas sobre la cantidad de divorcios y separaciones que actualmente suceden en nuestro país. Casualmente, en la última que he visto, España se sitúa en uno de los primeros puestos de la lista con un 61% de rupturas de pareja.

La crisis económica que llevamos atravesando desde hace unos años parece ser que frenó el número de separaciones, pero ahora, que soplan mejores vientos para algunos, aquellos matrimonios que a trancas y barrancas habían permanecido unidos, por la simple razón del dinero, comienzan a decirse adiós sin mayores traumas.

Hemos pasado, en cuestión de dos décadas a tirarnos de cabeza al precipicio, a ignorar el “hasta que la muerte nos separe”, a difuminar en la memoria el “sí quiero” que con tanto empeño dimos en su día y a olvidarnos de los días de risas y rosas. De un plumazo hemos borrado toda una historia que se forjó de cariño y respeto hacia la otra persona. ¿Es realmente tan fácil romper los lazos de una unión verdadera?

En el otro lado de la balanza, sin embargo, se encuentran los países centro y sudamericanos, donde el factor religioso se convierte en un motivo de peso a la hora de mantener estables los matrimonios. La lista la cierra Chile, un país altamente católico, donde la cifra se coloca en un 3%.

Tal vez no sea ésta sea la mayor razón para continuar viviendo juntos en familia pero sí creo que es una motivación fuerte para tratar de superar las dificultades de la pareja. Que ayuda a superarse en el día a día, que impulsa a tratar de comunicarse en lo básico y que por supuesto sostiene la base, que tal vez, algo desgastada por el tiempo ha mantenido la unión y el amor de los cónyuges

El Papa Francisco en la exhortación apostólica “Amoris laetitia” ( la alegría del amor) comienza el capitulo octavo con la siguiente afirmación: aunque la Iglesia entiende que toda ruptura del vínculo matrimonial «va contra la voluntad de Dios, también es consciente de la fragilidad de muchos de sus hijos» Iluminada por la mirada de Jesucristo, «mira con amor a quienes participan en su vida de modo incompleto, reconociendo que la gracia de Dios también obra en sus vidas, dándoles la valentía para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan».(291)

La iglesia también comprende que hay situaciones de ruptura de pareja irreversibles, azotadas por la violencia de género o por razones de causa mayor. Por esa razón aboga por un acompañamiento basado en el respeto que evite toda actitud y lenguaje discriminatorio y que promueva la participación de la vida en la comunidad cristiana.

En torno a este tema tenemos todavía mucho que hablar y que reflexionar. Mirando con los ojos de Jesús, los cristianos, adaptados al tiempo que nos toca vivir, podemos tratar de ser ejemplo de amor familiar, de comprensión ante los sufrimientos de nuestros prójimos y de apoyo incondicional para aquellas personas que en su día decidieron comenzar una aventura juntas y que ahora se ven debilitadas ante la idea de que lo que alguna vez, llegó a ser su proyecto de vida.

Próximamente, el 12 de diciembre, a las 19.00h en la C/ Vicente Goicoechea 5, los agentes de Pastoral Familiar de la Diócesis nos encontraremos para reflexionar juntos sobre las experiencias existentes en nuestras comunidades como caminos de preparación al matrimonio. Además se presentará una panorámica del conjunto de los informes remitidos por las comunidades que impulsan experiencias de pastoral prematrimonial. Y se confrontarán esas experiencias con los planteamientos de Amoris Laetitia referidos a la preparación del matrimonio.

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