La educación en la fe de nuestros hijos
Éste es el primero de una lista de artículos programados para este curso desde la Delegación de Pastoral Familiar. Los temas previstos van a tratarse en torno a la familia y sus miembros (desde la infancia hasta la madurez), sus inquietudes, rutinas y problemáticas. Los autores de cada uno de ellos son personas laicas y consagradas de nuestra Diócesis que trabajan en el ámbito familiar de las parroquias y los colegios y que se sienten especialmente motivados por todo lo que atañe al entorno de la familia.
La siguiente reflexión ha sido elaborada por Kiko Echávarri y su mujer Sonia Nogales. Son padres de dos niños y una niña y están activamente implicados en la catequesis del colegio de sus hijos, Marianistas, siendo impulsores de su puesta en marcha en él. Pertenecen asimismo, a Fraternidades Marianistas y viven el día a día con el carisma de su grupo de referencia.
La educación en la fe de nuestros hijos
Echando la vista atrás veo que el recorrido en la fe junto a nuestros hijos, no ha sido un camino planificado desde el primer día, sino más bien un intento de ir adaptándonos a sus sensibilidades y a las realidades de nuestras atareadas vidas, teniendo claro en el rumbo, que Jesús debía ser un pilar central en ellas.
A menudo tiramos de los recuerdos de cuáles fueron las personas, las experiencias, los hábitos o las conversaciones que marcaron e iluminaron nuestro camino en la fe para guiar también su camino. En nuestro caso, nuestros padres son el ejemplo más importante con el que contamos. Buscamos que el sentir cercano a Jesús sea algo natural, sin imposiciones, pero que supone crear hábitos básicos: oración en casa, misa dominical, celebraciones,…. Intentamos mostrar a nuestros hijos valores que hoy en día no son frecuentes y que incluso a nosotros nos cuesta vivirlos. Por suerte, en el colegio contamos con ambientes que facilitan esta labor: el cuidado del despertar religioso y las actividades de la pastoral colegial permiten que participen junto con algunos de sus compañeros de una forma más sencilla.
Nuestra comunidad de referencia, las fraternidades marianistas, proviene del colegio. Allí celebramos nuestros encuentros comunitarios y allí también participamos en la eucaristía colegial de los domingos. En nuestro grupo muchos tenemos hijos de edades parecidas y vivimos procesos similares. Los niños han asumido como naturales las dinámicas de la comunidad, han participado en oraciones, convivencias, misas,… desde pequeños.
Somos conscientes de que hemos recibido un testigo por parte de nuestros padres. Sin embargo, hemos querido profundizar en nuestra fe y no dejar de buscar… Quisiéramos haber despertado en nuestros hijos esa inquietud por conocer el mensaje del Evangelio, por ser coherentes y por ser luz allá donde estén.
En el fondo, fomentar una educación religiosa en los niños quiere decir facilitar que pongan el corazón en Jesús, que le expliquen los sucesos buenos y los malos; que escuchen la voz de la conciencia, en la que Dios mismo revela su voluntad, y que intenten ponerla en práctica. Los niños adquieren estos hábitos casi como por ósmosis, viendo cómo sus padres viven y sienten su fe en el día a día.