La Palabra se hizo carne
¡Con cuánta pasión insuflaste el barro
y sembraste en su seno la semilla
de susurros, voces y misterios
a fin de pasear en compañía!
No acababan los frutos del verano
en donarse apetecibles a la vida
cuando aquellos tus amigos olvidaron
que tenían concertada una cita.
Quedaste, Dios, atado en el silencio
y un proyecto de ilusiones a la deriva...
¡Cuánto empeño truncado, tantas flores
para vivir una fiesta perdida!
(Una voz)
¡El amor se ha hecho lamento,
y las entrañas heridas!
Tiene Dios el sentimiento
y la pena en carne viva
(Otra voz)
A la carne se ha abrazado
para tender cercanías,
mirar de ojos a ojos;
debilidad y energía.
(Una voz)
¡Cómo se alegra mi casa
al llegar la melodía
de tu voz y tu presencia
poniendo en mi noche el día!