Domingo I T.C.(A)
Dos tentaciones ponen a prueba nuestra confianza filial para sembrar la cizaña de la desconfianza y para utilizar a Dios en beneficio propio y una tercera tentación, que es la del poder a cambio de perder nuestra integridad; Jesús nos da la clave: solo Dios es merecedor de adoración y culto. Solo Dios es el dueño de nuestra vida y misión.