Evangelio del día: «Vi a Jesús, lleno de la alegría del Espíritu Santo». Lc10,21-24

Más allá de la Justicia...

Sólo mirando a los ojos con ternura, con mirada pausada, leyendo y escuchando lo que tienen que contar, sólo entonces es posible mirar con el corazón, ponerse en la piel del otro y sentir sus miedos, alegrías, preocupaciones, pasión, terror,… Y cuando eso ocurre, cuando conectas con el otro, ya quedas “tocado”, forma de alguna manera, parte de ti, no puedes quedarte al margen.

Si no vemos, ni oímos, si no somos conscientes de nuestra responsabilidad en lo que sucede, no daremos una oportu­nidad a la justicia, no habrá lugar en no­sotros para la compasión, no será posible la hospitalidad.

Y para ver, vernos y encontrarnos, hay que estar cerca. En este sentido hago mías las palabras del arzobispo de Tánger, Mons. Santiago Agrelo,  en el suplemento del cuadernillo 196 de Cristianismo y justicia. Dice así:

Los cristianos no podemos dejar apar­cada en casa la mirada de Jesús sobre los pobres; no podemos dejar de ser, como Jesús, un evangelio para los pobres; no podemos dejar de ir, como Jesús, con el evangelio a los pobres, aun sabiendo que ese camino no deja beneficios ni en el banco ni en los bolsillos. Digámoslo así: los cristianos no podemos separar acción política y fe profesada, como no podemos ni queremos separar política y libertad, política  y justicia, política y hu­manidad.

Jesús miró con ira a quienes ignora­ban la necesidad del hombre (Mc 3,5), y miraba con compasión al necesitado.

La política nos quisiera mudos, y por eso mismo, ciegos y sordos, ante el dolor de los pobres. El evangelio nos quiere tan cerca de ellos que nos resulte imposibleno verlos, nos sea imposible no oírlos.

Aún más: algo me dice que nunca veremos a los pobres si en ellos no nos vemos a nosotros mismos; nunca los aco­geremos si en ellos no nos acogemos a nosotros mismos.

El profeta lo dejó insinuado cuando dijo: “Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo. No te cierres a tu propia carne” (Is 58,7).

Es una paradoja: A pesar de que se vive un drama que una y otra vez desemboca en tragedia, todo se consuma ante la indiferencia de la sociedad, sin que se altere la rutina de nuestro día a día. Esa indiferencia permanente, esa inmunidad a la conmoción interior, sólo es posible si no se ve lo que sucede, o si se justifica lo que se ve. De ahí la necesidad de romper el silencio, de hacer luz sobre la escena, de poner delante de los ojos el dolor de los pequeños de la tierra, de denunciar violencias, injusticias y políticas, no sólo por amor de quienes sufren y mueren a la puerta de nuestra casa, sino también por amor a los ciegos que, dentro de ella, no nos percatamos de que, queriendo guar­dar la propia vida, la estamos perdiendo.

Ante lo que ocurre en las fronteras, lo que viven millones de refugiados, ante los que rebuscan en nuestras bolsas de basura todos los días, los que son echados de sus casas, los que no encuentran trabajo,… ante todos esos dramas, hemos de mostrar nuestra repulsa contundente y hemos de poner en práctica la justicia y la misericordia.

Mas Alla de la Justicia...O se es, o no se es, misericordioso. No es algo puntual, es una actitud de vida, que se va adquiriendo en la medida que miras a los ojos, escuchas, ves, sientes… Hemos de practicarla, al igual que Dios lo hace con nosotros. Y es personal, de mí hacia el otro, con nombre y apellidos. Ha de ponernos en movimiento. Ha de llevarnos a actuar de forma valiente y decidida, como si de nuestro propio hijo o madre se tratara. Un actuar sin complejos ni miedos, que le llevó a Jesús a desenmascarar al corrupto, al ladrón,  y a las estructuras que generan muerte y sufrimiento.

No podemos vivir indiferentes y eso implica pasos y cambios no sólo de actitud, sino también de acciones concretas en nuestro día a día.

No podemos dejar aparcada la mirada de Jesús, ni decir que no sabemos lo que pasa, que no vemos, que no oímos. No hay excusa: “lo que hicisteis con uno de estos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.

Por eso os invitamos a participar en el encuentro anual del laicado titulado: “Más allá de la justicia…, que se celebrará durante la mañana del sábado 5 de Marzo y que tendrá lugar en el Seminario Diocesano.

Todos juntos podremos avanzar en justicia y algo más.

Pilar Chasco
Delegada del Servicio Diocesano del Laicado

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