Ongi etorriak senideok: eukaristiaren ospakizunak elkartu gaitu gaur ere. La Iglesia es familia de familias y esto es lo que formamos en esta celebración.
Queridos amigos: estamos pidiendo en esta Eucaristía el don del Espíritu Santo para la Iglesia Diocesana de Vitoria. Gasteizko Elizbarrutirako Espiritu Santuaren dohaia eskatu behar dugu. En la Catedral Nueva quiero pronunciar las solemnes palabras del Concilio Vaticano II cuando en el número 11 del Decreto Christus Dominus se describe qué es una diócesis y cuál es el ministerio del obispo.
La diócesis es una porción del Pueblo de Dios que se confía a un Obispo para que la apaciente con la cooperación del presbiterio, de forma que unida a su pastor y reunida por él en el Espíritu Santo por el Evangelio y la Eucaristía, constituye una Iglesia particular, en la que verdaderamente está y obra la Iglesia de Cristo, que es Una, Santa, Católica y Apostólica.
Cada uno de los Obispos a los que se ha confiado el cuidado de cada Iglesia particular, bajo la autoridad del Sumo Pontífice, como sus pastores propios, ordinarios e inmediatos, apacienten sus ovejas en el Nombre del Señor, desarrollando en ellas su oficio de enseñar, de santificar y de regir.
Ordenado obispo aquí hace casi un año, mi pobre persona como sucesor de los apóstoles unido a Pedro y en comunión con todos los obispos del mundo, garantiza que esta comunidad nuestra lo es de la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica. Y para explicarlo quiero fijarme en dos símbolos: la cátedra y el altar.
La cátedra es un elemento definitorio de la Catedral. La Iglesia católica y apostólica no existe sin la cátedra episcopal, es decir, sin la presencia de la sucesión apostólica que asegure el testimonio del Evangelio con la autoridad de su interpretación auténtica. Como no existe la comunión eclesial sin el altar para reunir al pueblo de Dios en la celebración del memorial del Señor Jesús Muerto y Resucitado. La cátedra, pues, tiene una función capital en la inserción del Obispo en el corazón mismo de la apostolicidad de la Iglesia.
En el altar se concentra la mediación jerárquica y la mediación sacramental, que son las dos mediaciones que estructuran la comunión entre Dios y los hombres. Participar del altar donde celebra el Obispo, concelebrar con él en su altar, es la forma más expresiva de reafirmar y confirmar la comunión eclesial. Por eso estamos aquí.
Por tanto, la cátedra y el altar no interesan solamente como objetos y lugares, sino, sobre todo, como símbolos y realidades teológicas y eclesiológicas.
Estamos en el corazón de la Iglesia de Vitoria puesto que estamos viviendo el misterio de la sucesión apostólica.
Hace un año os pedía que me enseñarais a ser obispo. Hoy confieso que me queda casi todo por aprender. Pero me confirmo que me gustaría seguir siéndolo al estilo del Papa Francisco: pastor y no príncipe, con olor a oveja, cercano, liderando una Iglesia en salida, con los más pobres, pegado a las llagas de los que más sufren, caminando siempre con el pueblo unas veces delante, otras en medio, otras detrás y evangelizando desde la alegría, animando, consolando y dando esperanza. Ganas no me van a faltar y afecto tampoco, mucho mayor que el de hace casi un año. Mi vida os pertenece por completo. Y me gustaría seguir entregándome sin reservarme nada. Impresionante el Papa el otro día a un periódico de nuestro país. «¿El mayor problema en la Iglesia? La lejanía de la gente, la mundanidad espiritual, los pastores lejos de los problemas de la gente, los sacerdotes funcionarios. ¿Tú eres su pastor y no les cuidas? ¡Cierra la puerta y jubílate!» ¡Impresionante! Su manera de vivir nos está urgiendo a una conversión personal y pastoral. Son «tiempos recios». Nadie puede quedar al margen.
Hoy estamos viviendo un momento tremendamente importante. Garrantzi handiko gertakaria da gaurkoa. Es la Eucaristía de Envío de los nuevos vicarios episcopales que forman el nuevo Consejo Episcopal, mis colaboradores más estrechos en el servicio de la diócesis y una ayuda efectiva para todos los sacerdotes que forman este presbiterio, en ningún caso un ascenso personal.
Es un momento de enorme agradecimiento a quien han prestado este servicio anteriormente y con tanta entrega y generosidad. En D. Miguel Asurmendi hacemos memoria de todos los pastores que hasta hoy han conducido esta diócesis y en D. Fernando Gonzalo Bilbao agradecemos a todos los vicarios y consejos episcopales anteriores. Es un momento de comunión que nos lleva a reconocer y a agradecer también la labor de los anteriores Consejos presbiterales y Consejos pastorales diocesanos.
Los nuevos vicarios episcopales quieren ser una fraternidad sacerdotal que comunique con fluidez todas las realidades diocesanas con mi ministerio episcopal. Representan y prolongan mi persona para que la diócesis sea más fácilmente una familia con un sólo corazón. Por eso necesitamos vernos, reconocernos, saludarnos, abrazarnos y querernos. Arropadles con vuestro afecto, oración, cercanía y trabajo pastoral. Mi agradecimiento especial a las comunidades que cuidáis de ellos en el día a día. Nuestro horizonte va más allá de los que hoy estamos aquí: quiere llegar a los últimos, a los más pobres y a los más desanimados. De nosotros depende que la Iglesia sea para ellos una bendición.
Nere begirada etorkisunera dago bideratuta. Mi mirada quiere dirigirse al futuro y para ello ¿sabéis en qué acontecimiento me quiero fijar? En el Sínodo de los Obispos del 2018: los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Vicarios episcopales para los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional.
Pronuncio las palabras del Papa en la Carta de Convocatoria:
Queridos jóvenes, tengo el agrado de anunciarles que en el mes de octubre del 2018 se celebrará el Sínodo de los Obispos sobre el tema «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional». He querido que ustedes ocupen el centro de la atención porque los llevo en el corazón…Deseo también recordarles las palabras que Jesús dijo un día a los discípulos que le preguntaban: «Rabbí […] ¿dónde vives?». Él les respondió: «Venid y lo veréis» (Jn 1,38).
También a ustedes Jesús dirige su mirada y los invita a ir hacia Él. ¿Han encontrado esta mirada, queridos jóvenes? ¿Han escuchado esta voz? ¿Han sentido este impulso a ponerse en camino? Estoy seguro que, si bien el ruido y el aturdimiento parecen reinar en el mundo, esta llamada continúa resonando en el corazón da cada uno para abrirlo a la alegría plena.
Jóvenes, fe y discernimiento vocacional. ¿Podemos aspirar a un horizonte más esperanzador para nuestra diócesis? Ya se ha publicado el documento de trabajo y el cuestionario. Los vicarios episcopales nos ayudarán a trabajarlos.
Todas nuestras fuerzas en este proyecto esperanzador de renovación de la Iglesia de Vitoria. Se lo pedimos a Santa María la Blanca, Nuestra Señora de Estíbaliz junto a San Prudencio, nuestro patrono.
Herriaren jakinduriak argi ulertu du Andre Mariaren garrantzia, fededunen ama eta ispilua da guretzat.