Nuevo estilo de vida

Es importante incorporar una vieja en­señanza, presente en diversas tradicio­nes religiosas, y también en la Biblia. Se trata de la convicción de que «me­nos es más». La constante acumulación de posibilidades para consumir distrae el corazón e impide valorar cada cosa y cada momento.

Laudato si’, 222

La experiencia espiritual de la humanidad posee recursos enor­memente valiosos que otros actores no son capaces de proponer o desa­rrollar. Se trata de las prácticas ascé­ticas que articulan la acción y la reflexión histórica de las grandes tradiciones religiosas y filosóficas;  prácticas –como el ayu­no, la abstinencia, la peregrinación o la limosna– orientadas a purificar la relación con Dios y con el prójimo, y en las que la austeridad, el despren­dimiento y la simplicidad de vida son signos de una vida espiritual integrada. Estas prácticas tradicionales adquieren gran relevancia a la luz de un planeta sobreexplotado, con recursos finitos y una creciente desigualdad socioeconó­mica.

En la lucha contra el consumis­mo compulsivo, el “descarte” y la cultura del “usar y tirar” –uno de los principales motores de degradación medioambiental en las sociedades in­dustrializadas–, las tradiciones religio­sas pueden y deben realizar una de sus contribuciones más valiosas llamando a la sobriedad y a la autocontención, dado que esta es una cuestión que la comunidad científica, el mundo em­presarial o la clase política difícilmen­te plantean.