Evangelio del día: «Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 18,1-19,42». Jn18,1-19,42

Premio René Cassin del Gobierno Vasco al trabajo con refugiados de la Comunidad de San Egidio

El Obispo, Juan Carlos Elizalde, con representantes de la Comunidad San Egidio

El lunes 12 de diciembre - apenas una semana antes de la celebración del Día Internacional del Refugiado, el 18 de diciembre - tuvo lugar el acto de entrega del premio René Cassin a las organizaciones elegidas este año para este reconocimiento que el Gobierno Vasco viene dando desde el 2003 a proyectos humanitarios. En esta ocasión las tres organizaciones tenían en común su trabajo en favor de los refugiados: La Comunidad de San Egidio, Zaporeak y Salvamento Marítimo Humanitario.

Representando a la comunidad de San Egidio se desplazaron a Vitoria-Gasteiz el Secretario General Cesare Zucconi y el presidente de San Egidio en Barcelona Jaume Castro. Por la tarde se reunieron con el obispo de la Diócesis Monseñor Juan Carlos Elizalde.

¿Qué supone este premio para la Comunidad de San Egidio?

Es un premio ligado a una figura importante del pueblo vasco que contribuyó a la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y eso es importante. Por otro lado el galardón René Cassin hace honor este año especialmente a la labor en favor de los refugiados. Las tres entidades que hemos recibido esta distinción compartimos ese mismo objetivo de salvar la vida de los refugiados de este mundo.

500 personas se han beneficiado del proyecto de los corredores humanitarios y han llegado a Italia. ¿De qué o de quien depende que este número sea mayor?

La Federación de Iglesias Evangélicas y Sant’Egidio hemos firmado un acuerdo con el ministerio del interior del gobierno italiano en el que se prevé la acogida de 1000 refugiados en dos años. Hemos comenzado este año, en la pasada primavera, y hemos logrado el traslado de 500 personas. Todas ellas son personas vulnerables, estamos hablando de niños enfermos, ancianos, personas impedidas por causas de la guerra. Depender depende de la voluntad de muchas partes, pero estamos en el buen camino. Estamos en conversaciones a través de las diversas comunidades de San Egidio en Europa para que puedan abrirse nuevos Corredores Humanitarios hacia Francia, Polonia y también a España.

¿Dónde está el secreto para que una organización privada lo haga y los gobiernos se enreden en legalismos?

Creo que el proyecto de Corredores humanitarios lo podemos definir como un proyecto de sinergias entre la sociedad civil y las autoridades. Sí es cierto que es significativo que sean los cristianos los que hayan tomado la iniciativa, el proyecto parte de un trabajo común de la Comunidad de Sant’Egidio y de la las iglesias protestantes, eso es así. Este proyecto es un paso importante para hacer frente a la indiferencia y a la creencia de la sociedad y los gobiernos de que esta labor de salvar vidas no es posible. Estamos dando pasos importantes.

¿Cuáles son las dificultades a las que se enfrenta este proyecto?

Hace años que desde Sant Egidio nos empeñamos en ayudar a los refugiados en el mundo, no solo de Europa. Tengamos en cuenta que hacia Europa fluye solo una pequeña parte del flujo migratorio que transcurre en el mundo. La tragedia ocurrida en Lampedusa en el 2013, donde murieron casi cuatrocientas personas, fue un momento clave para el inicio de este proyecto: ¿Cómo salvar estas vidas que se arriesgan a cruzar en esas condiciones suicidas el Mediterráneo? ¿Cómo evitar esos viajes de la muerte? ¿Cómo salvar a estas personas de las manos de los traficantes? Necesitábamos la creación de unos canales de ingreso seguros. Esa fue la pregunta ¿Cómo crear vías seguras y legales para la entrada en Europa de estas personas en riesgo de vulnerabilidad?

¿Cómo se mantiene después?

Tenemos tres aspectos importantes en este proyecto: La seguridad en un doble aspecto. Seguridad para el viaje en avión que evite el viaje de la muerte por mar, y seguridad en el país de acogida, para ello antes de partir todas las personas son previamente identificadas en el país que sirve de puente para el corredor humanitario, en este primer caso ha sido el Líbano y las autoridades de aquel país quienes han realizado las tareas de identificación.

El segundo aspecto es que el costo de esta operación no debe recaer sobre el estado que acoge; es decir todo el coste de la operación viene sostenido por la organización promotora.

El tercer aspecto es el de una formula totalmente novedosa para la integración: Estas personas llegan ya con una estructura de acogida para su integración en la que intervienen comunidades, parroquias, Cáritas, familias, grupos,… que desde el primer día se ocupan de estas personas para la enseñanza de la lengua, para la escolarización de los niños. Las 500 personas que llegaron han sido distribuidas en unas 30 ciudades diferentes de Italia. Es un modelo de integración que funciona, que es muy eficaz.

Hemos visto un crecimiento en la generosidad de la sociedad civil. Este es un punto importante para que toda la operación no tenga coste alguno para el estado. Otra de las consecuencias de este modelo de acogida es que ayuda a cambiar el discurso entre la gente. Algunos han visto en los Corredores Humanitarios una amenaza, una invasión. No son una amenaza, qué amenaza pueden suponer unos niños, ancianos, personas vulnerables, la mitad de los refugiados en el mundo son niños. Lo dijo el Papa Francisco, no son una amenaza.

¿Este proyecto se lleva a cabo siempre desde una colaboración ecuménica?

No, para nada, no es preciso. Lo importante es que se haga.

Sant’Egidio está presente en Cataluña y Madrid principalmente. ¿Este premio abre las puertas para que se cree una delegación de San Egidio en Euskadi?

Tenemos una larga historia de relación con el País Vasco, sus instituciones, las Diócesis y muchos amigos, y sin duda este premio refuerza esos lazos. Quizá a partir de ahora, a raíz de este premio, la Comunidad de San Egidio pueda hacerse más presente todavía en el País Vasco. Nosotros estamos abiertos a ello ¡cómo no! Habrá que rezar por ello.

Los otros galardonados con el Premio René Cassin son Zaporeak, una iniciativa de la sociedad donostiarra Intxaurrondoko Gastronomia Elkartea que inicialmente fue creada para apoyar al misionero de Hernani Angel Olaran en Etiopía, pero que ante la crisis humanitaria de los refugiados amplió sus recursos a la ayuda de las personas que llegaban a las costas de Grecia. Han trabajado muy de cerca con la tercera entidad premiada,  Salvamento Marítimo Humanitario, una ONG vasca dedicada al salvamento marítimo. El testimonio de la labor de estas organizaciones pudo escucharse en primera persona en el Encuentro de Actualidad: “En primera persona: vivencias con personas que buscan refugio” que organizó el Servicio Diocesano de Laicado de la Diócesis de Vitoria el pasado mes de octubre.

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