Cada bautizado según su vocación y circunstancias está llamado a renovar y alimentar su experiencia de Dios. La aparente ausencia de Dios en nuestra sociedad es una niebla baja que nos entumece a todos. Sólo la relación creciente con el Señor impide que perdamos el primer amor que nos convertiría en cristianos rutinarios y resignados.
D. Juan Carlos Elizalde