Saludo del Obispo, D. Juan Carlos Elizalde, a las fiestas de Vitoria
El templo de San Miguel, la casa de la Virgen Blanca, es el corazón de Vitoria-Gasteiz. Es una constatación claramente verificable y no sólo en sus fiestas patronales sino en el día a día de la ciudad. Corazón, en la Sagrada Escritura, significa sede de los afectos, motor de la existencia y fuente de la vida. De ahí arranca la devoción al Corazón de Jesús o de María. Por eso hay tantas iglesias y tantas congregaciones religiosas que llevan la palabra corazón en su nombre. Y en este sentido decimos que La Virgen Blanca es el corazón de la ciudad. Corazón en la espiritualidad cristiana tiene tres connotaciones: hondura, afecto y expresividad. Las tres notas vienen como anillo al dedo a la devoción a la Virgen Blanca y a su casa, el templo de San Miguel.
HONDURA. Corazón significa profundidad, intimidad y hondura. En nuestra cultura, contagiada de superficialidad, cuando usamos expresiones como “te lo digo de corazón“ estamos diciendo que nos estamos comunicando desde lo más íntimo, desde el hondón del alma, y que queremos que lo que estamos diciendo le llegue también a lo más profundo de su ser porque es verdad y verdad importante. Ir a la Virgen Blanca es querer comunicar el interior, volcar todos los sentimientos, querer hablar con Ella de corazón a corazón, confiarle lo que quizás a nadie nos atrevamos a confiar. El papa Francisco este 1 de Enero decía que la Iglesia no es huérfana porque tiene madre: Santa María. Vitoria-Gasteiz no es huérfana porque tiene corazón: la Virgen Blanca. En los momentos de más necesidad, de más tristeza o de más alegría podemos ir a su casa y derramarnos por completo, desahogarnos, volcar nuestro interior y quedar consolados. Las puertas abiertas del templo simbolizan su corazón de Madre abierto de par en par porque en el Hijo todos somos hijos y por tanto con acceso directo a lo más profundo de su intimidad.
AFECTO. Aún el símbolo del amor por antonomasia sigue siendo el corazón. Querer con todo el corazón es amor total, con todo el caudal afectivo. El amor mueve la vida como el corazón la sangre. La Virgen Blanca sabe mucho del corazón de sus hijos. A Ella acuden cuando el corazón está más vivo y necesitado. Cuando hay una enfermedad en casa, en la ausencia de un ser querido, ante un apuro económico, en una crisis matrimonial o ante un desamor, la casa de la madre siempre está abierta. En nuestra sociedad con problemas de reconciliación y en búsqueda de la paz personal y comunitaria, la Madre siempre es bálsamo y consuelo, milagro de perdón y vínculo de unidad. También te encuentras junto a la Virgen Blanca jóvenes silenciosos que depositan sus cuitas. El próximo sínodo sobre los jóvenes y el discernimiento vocacional dará pistas para responder con acierto a los interrogantes que el corazón joven se plantea. La Virgen Blanca sabe mucho de eso porque a Ella misma lo más grande le ocurrió estrenando su juventud.
EXPRESIVIDAD. Salvo en las fiestas, la sobriedad vitoriana es proverbial. Corazón significa expresión, declaración, manifestación de los sentimientos más íntimos que se abren paso por la palabra, el beso, la caricia, el abrazo, la mirada, la música o cualquiera de las artes. “Donde no hay mata, no hay patata” es una expresión de la sabiduría popular de nuestra tierra. Cuando nada expresamos y todo lo damos por supuesto corremos el riesgo de secar el amor. ¿Qué queda del amor si le quitas las delicadezas?, decía Jacinto Benavente. Vitoria cuida su expresión, se expresa bien con la Madre. Las fiestas constituyen un intenso diálogo con Ella desde la bajada del Celedón: Vísperas, Rosario de los Faroles, Rosario de la Aurora, Eucaristía en la plaza, ofrendas florales y Misa Solemne. Todo un alarde que tiene como base real y fundamento la devoción de los Gasteiztarras en el día a día con el templo siempre abierto a la conversación con la Madre. Por eso la Eucaristía con los jóvenes todos las domingos a las 19:30 no podía ser en mejor sitio. Que ayuden a comunicar la fe más allá de nuestras iglesias y a evangelizar desde una Iglesia en salida con los pobres como prioridad. También ellos necesitan ser evangelizados y poder convertirse en motor de la evangelización. Andre Maria Zuria jarraitu dezala, egunero, gure hiriko bihotza izaten, eta San Miguel eliza, gu guztion etxea. bihotzez, nire bedeinkapena. Que cada día la Virgen Blanca siga siendo el corazón de la ciudad y su casa, el templo de San Miguel, la casa de todos.
¡Viva la Virgen Blanca! De corazón mi bendición episcopal.
(Publicado en el nº 8 de la Revista "Hornacina" de la Cofradía de la Virgen Blanca)