Evangelio del día: «Él había de resucitar de entre los muertos». Jn20,1-9

Tres vitorianas dan un paso más en su vocación de seguimiento a Jesús

Las comunidades de las hermanas dominicas en el centro histórico de Vitoria, las clarisas de Salvatierra-Agurain y las religiosas de Iesu Communio –repartidas entre Burgos y Valencia– cuentan con una nueva religiosa cada una de ellas.

Se trata de tres jóvenes vitorianas que, tras un tiempo de reflexión profunda, han decidido dar un paso grande en sus vidas con un firme y claro compromiso de seguir a Jesús a través de la oración, el carisma consagrado y la felicidad propia de las comunidades religiosas.

María, de 26 años, Rebeca, de 32, y Virginia, de 42, son las tres mujeres en los últimos meses han ido nutriendo estas tres comunidades. La primera de ellas, licenciada en Derecho y ejerciendo la abogacía en un despacho de la capital alavesa, tras viajar a Tierra Santa y discernir su futuro, decidió ingresar en 2022 como postulante en la congregación de Iesu Communio en La Aguilera, Burgos. Tras estos dos años de convivencia y de conocer en detalle cómo es la vida religiosa, la pasada semana ingresó de manera definitiva en el noviciado, un paso importante en su camino. La celebración fue en la casa de Godella, a escasos kilómetros de Valencia, y participó D. Unai Ibáñez, sacerdote alavés que acompañó en su discernir a María desde hace años.

Rebeca es también una vitoriana de 32 años que ha estado varios meses reflexionando sobre su futuro. Tras haber estudiado y trabajado en profesiones civiles, decidió pasar unas semanas conviviendo con las hermanas dominicas del convento de la Santa Cruz, en la calle Pintorería, para aclarar lo que sentía por dentro. Habiendo experimentado en primera persona este estilo de vida, el pasado 24 de junio, día de San Juan Bautista, ingresó en el aspirantado dominico de esta comunidad sumándose así una aspirante a las 5 actuales monjas dominicas de Vitoria-Gasteiz.

Y la tercera es Virginia, vitoriana de 42 años y doctora en Historia del Arte por la UPV-EHU. Entró en contacto con las hermanas clarisas de Salvatierra con 24 años por temas de su carrera, siendo estudiante de esta disciplina. Estando alejada de la fe, le llamó la atención la alegría que transmitían estas monjas y lo felices que eran en su vida sencilla y sin posesiones personales. A medida que pasaron los años fue entablando más y más amistad con ellas hasta que el pasado mes de febrero dejó su trabajo fijo y decidió dar respuesta a sus inquietudes más intimas pasando un mes entero como experiencia vocacional. El día 19 de mayo, fiesta de Pentecostés, ingresó en la comunidad de las clarisas de Agurain a la espera de dar más pasos en su camino vocacional a medida que pasen los próximos meses.

De esta manera estas tres vitorianas han podido discernir con pausa y sin prisa su futuro y han comprobado que la vida religiosa en la Iglesia tiene un camino propio y amplio, donde todas coinciden en seguir a Jesús a través de distintos carismas y estilos. Las tres chicas siguen así pues sus propias etapas formativas –experiencia vocacional, aspirantado y noviciado– tal y como marca la Iglesia.

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