Pentecostés: "Recibiréis la fuerza del Espíritu"
Durante 50 días, desde el domingo de resurrección el pasado 12 abril hasta el 31 de mayo nos hemos estado preparando para recibir al Espíritu Santo. Él es esa persona de la trinidad que Jesús nos prometió que el Padre nos enviaría para guiarnos, enseñarnos y recordarnos todo lo que nos había dicho: "Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho" (Juan 14,26). A pesar de las circunstancias por la crisis sanitaria pudimos iniciar un proceso de reflexión a través de las redes sociales de la PJ que nos iba enseñando mediante la biblia y actividades diarias, las características del Espíritu, para que una vez llegado el día de Pentecostés fuéramos conscientes de por qué celebramos cada año este gran regalo que nos hizo Jesús. Y lo celebramos a lo grande, porque grande es la fiesta de Pentecostés para los cristianos, por eso el pasado 30 de mayo la PJ junto al sacerdote viatoriano José Javier Ruíz de Eguílaz organizamos la vigilia de Pentecostés con el lema "Recibiréis la fuerza del Espíritu".
Nos reunimos algunos jóvenes en representación de todos los jóvenes de la diócesis en la Capilla del Cristo de San Ildefonso (Sicar), capilla de los jóvenes, con las debidas medidas de seguridad dispuestas por las autoridades, para celebrar al Espíritu Santo. La vigilia fue presidida por nuestro obispo D. Juan Carlos Elizalde y complementada con los testimonios de Maxi Gutiérrez, médico de familia en el Centro de Salud Zabalgana y César Trapero, joven de Gazteok que participó en el voluntariado de la PJ en el confinamiento, destinado a ayudar a los mayores y familias de escasos recursos. Ambos explicaron cómo sintieron la fuerza del Espíritu durante sus experiencias y les agradecemos profundamente por compartir sus testimonios con nosotros.
Maxi nos comentaba que vivió desde su fe este proceso tan difícil para todos los sanitarios que han luchado en primera línea en contra del COVID-19. Nos compartía que han sido momentos duros, de impotencia, que los pilló desprevenidos, que ha sido la enfermedad de la soledad y del miedo. Soledad por los enfermos que estaban solos, aislados y miedo a contraer la enfermedad por aquellos que no se habían contagiado. ¿Cómo he actuado yo? En esta situación conviene hacer lo que nos toca hacer, lo que mejor sabemos hacer, y hacerlo lo mejor posible sin mirar para alante, ni para atrás ni para un lado, sin quejarnos, si nosotros ponemos lo mejor de cada uno seguro que esto funciona (...) hacerlo con amor y con entrega, y mirando al más desfavorecido, al enfermo, al que sufre. Por su parte César contaba que el voluntariado le ha ayudado a pensar en Dios, ha sacado lo mejor de él con los demás y con la familia. Explicaba que podemos ayudar siempre, que no existe una barrera que no nos deje ayudar al otro. Ha aprendido a tener sus momentos para estar tranquilo y poder hablar con Dios. Sabe que cuándo le hablas y sientes su llamada, Él te escucha y te responde. Y su respuesta a su pregunta de cómo podía ayudar a los demás en esta crisis ha sido este voluntariado. César finalizó su testimonio recordándonos unas palabras de nuestro señor Jesús que le han ayudado en este camino: "hay más dicha en dar que en recibir" (Hechos 20, 35).
También reflexionamos sobre el evangelio de San Juan 20, 19-23: Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos»". El obispo en su homilía nos explicó que el Espíritu se manifiesta en tres movimientos que recogen todos sus dones y sus frutos:
- Extrínseco: Movimiento expansivo que genera una fuerza enorme, imposible callarlo, misión, fuego, comunicación, anuncio, envío al mundo entero, es imposible contenerlo, te sale, hacia los demás.
- Intrínseco: Movimiento hacia dentro, interioridad, transformación, conversión, actualización y vivificación que transforma la vida en todas las vocaciones. Cambia tu interior, tu identidad, tu manera de ser, cambia la vida. Es una amistad íntima con el Señor, por el que somos ungidos y enviados.
- Armonía con los demás: El Espíritu Santo es reunión, asamblea, comunión, sinodalidad y armonía. Los dos movimientos anteriores no se viven en una nube, se viven en la Iglesia, en la comunidad, en la diócesis, en la parroquia. La armonía tiene rostro comunitario, eclesial. El resultado es comunitario, el arte de convivir.
Elizalde enfatizó que los tres movimientos deben estar presentes a la vez, si falta alguno de los tres ponemos en tela de juicio la acción del Espíritu. Un movimiento no tiene sentido sin los demás. La presencia de uno de ellos no confirma la presencia del Espíritu. Finalmente pedía al Espíritu que estos 3 movimientos fueran un hecho en la vida de nuestros jóvenes, y que Pentecostés les marcara para que abran su corazón al Espíritu del Señor para que experimenten sus maravillas y sean una bendición para los que les rodean.
Puedes ver el vídeo completo de la vigilia en este enlace: https://youtu.be/5Kk_IVRYJc0 o en nuestro instagram gazteok_vitoria, y también el vídeo de la canción que sirvió de himno de esta vigilia de la autoría y arreglo de José Javier Ruíz: https://youtu.be/GE90nrpFJcs.
Les deseamos un tiempo de gracia y de renovación. Ojalá y seamos capaces de abrirnos a la acción del Espíritu Santo y que en nosotros arda tanto su fuego que nos impulse a ayudar, a servir a los demás y a anunciar la buena nueva de Jesús a todos los rincones del mundo. Pero si el mundo te parece muy grande, ¡Empecemos por Vitoria, empecemos por casa!
Yasel Fermín
Delegada de PJ