Evangelio del día: «¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna». Jn6,60-69

Homilía de la Misa Pontificial de la Virgen Blanca

Queridas autoridades, sacerdotes, cofradías, asociaciones de Vitoria-Gasteiz, amigas y amigos todos: estamos en el corazón de las fiestas de nuestra ciudad. La ciudad que todos queremos abierta, plural, diversa, saludable, inquieta, comprometida y solidaria, tiene como Patrona a la Virgen Blanca. Contemplarla con el Niño entre sus brazos es contemplar un icono de la ciudad y de nuestra propia vida. Tres expresiones lo pueden describir:

1.- Tú eres el hijo amado.
Cada uno de nosotros estamos representado en ese niño: Tú eres el hijo amado, tú eres la hija muy amada. Concebirse como hijo es reconocer que la vida es un regalo gratuito, que uno debe su existencia al sí de sus padres como Jesús al sí de María. Tener como patrona a la Virgen Blanca significa que agradecemos el don de la vida. Esto es algo que nos une a todas las confesiones religiosas de Vitoria. A la mujer se le confía la custodia de la vida. Pedimos por tantas mujeres y tantas parejas en dificultad para asumir una vida. Que puedan superar la tentación de arruinar una vida.

2.- Tú eres la Madre de Dios.
Así lo confiesan los padres conciliares en Éfeso en el año 411. Una mujer, una criatura como nosotros, es madre de Dios. Jamás las posibilidades humanas fueron tan audaces y desproporcionadas. Es una imagen de la vida misma: estamos abiertos a posibilidades que nos desbordan. Somos importantes no por nosotros mismos sino por las vidas que acompañamos y ayudamos a crecer. Dios puede hacer maravillas contigo y conmigo como lo hizo con María, la Virgen Blanca. Nuestros hermanos musulmanes también la veneran como la madre del profeta.
Hoy agradecemos a todas la mujeres que desde el silencio y anonimato hacen progresar a la humanidad. No aceptamos ni la discriminación sociológica ni mucho menos la legal que la mujer sufre a menudo. Condenamos la violencia y agresiones sexistas.

2.- Tú eres familia.
Ser hijo es nacer en familia, tener hermanos y ser acogido en una comunidad. Nacemos como hijos al pie de la cruz al ser confiados a la Madre. Perseveraban unánimes en oración con María la Madre de Jesús esperando el Espíritu Santo. María, la Virgen Blanca, los reúne, los recoge, los acompaña y hace posible el proyecto de Jesús su hijo por su Espíritu.
Socialmente, desde todas las sensibilidades religiosas, necesitamos armonía, diálogo, capacidad de llegar a acuerdos, flexibilidad y la gracia de aunar voluntades superando diferencias. De todo esto es icono Santa María. Lo fue desde la primera comunidad de Jerusalén a la Iglesia de Roma que construye en el monte Esquilino la basílica de Santa María la Mayor. Y lo es hoy también en nuestra ciudad de Vitoria-Gasteiz cuyas fiestas celebramos.

A Ella le he hecho una petición audaz en su plaza al final de la Eucaristía de la Aurora: vocaciones sacerdotales para nuestra diócesis. Una diócesis generosa, entregada y fiel pero muy envejecida. El sacerdote más joven tiene 41 años, pocos hay menores de 50 y la media es de 70 años. No es una petición egoísta. Pedimos, entre los jóvenes y blusas, voluntarios 24 horas al día para colaborar con Jesús de Nazareth y servir al pueblo de Dios. Nuestros niños y jóvenes necesitan sacerdotes jóvenes que les eduquen en la fe. Nuestros matrimonios y familias necesitan sacerdotes jóvenes que les acompañen. Nuestros ancianos necesitan sacerdotes jóvenes que en el ocaso de su vida les presten el mejor servicio. Nuestros consagradas y consagrados necesitan sacerdotes jóvenes que sean entusiastas promotores de la vocación religiosa y de la vida como vocación.

¡Que paséis unas felices fiestas de la Virgen Blanca! GORA Andre Maria Zuria!

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