Revuelta de Mujeres, hasta que la igualdad se haga costumbre

Desde la Comisión de Mujer del Servicio Diocesano del Laicado nos sumamos al movimiento Revuelta de mujeres, que está creciendo con especial fuerza estos días, alzando la voz y poniendo a disposición las manos y el corazón para buscar juntas y juntos, una Iglesia compartida e igualitaria, al estilo que marcó Jesús en su vida.

Os dejamos el enlace a la información de la convocatoria para el día 1 en Madrid, el manifiesto completo y la posibilidad de adherirse personal o colectivamente, en linktr.ee/revueltamujeres

Manifiesto (extracto)

Hasta que la igualdad se haga costumbreSomos mujeres creyentes. Vivimos con pasión el seguimiento de Jesús de Nazaret en muchos grupos, parroquias, organizaciones, movimientos eclesiales y congregaciones. Estamos comprometidas con la causa de Jesús y luchamos por la renovación de la Iglesia y la transformación social desde la perspectiva de las mujeres"

Nosotras también nos adherimos a “denunciar las múltiples formas de injusticia e invisibilización que sufrimos en la Iglesia. La institución, con su estructura y organización, está quedando al margen de las conquistas sociales en igualdad y corresponsabilidad y está cometiendo un error.

Creemos que es tiempo para abordar cambios en la organización de la Iglesia, frente a los signos de los tiempos que claman por sí mismos. Y atender la necesidad de un cambio imprescindible: el acceso al diaconado y al presbiterado femenino para atender a las comunidades cristianas. Denunciamos la desproporción entre el número de teólogas preparadas y los puestos que ocupan como docentes en las facultades de Teología y en otros puestos de responsabilidad.

Queremos hacer visible nuestro trabajo incansable y gratuito. Las mujeres somos mayoría aplastante en el voluntariado, en las celebraciones religiosas, en catequesis, en pastoral, en la acción social con las personas más empobrecidas, en los movimientos eclesiales, en la enseñanza, en la vida religiosa… Somos las manos y el corazón de la Iglesia, pero se nos niega la palabra, tener voz y voto, la toma de decisiones y el liderazgo en los ámbitos oportunos, como se ha puesto de manifiesto, una vez más, en el Sínodo de la Amazonía.

Trabajamos en la Iglesia, porque es nuestra comunidad de referencia para vivir el Evangelio. Seguiremos trabajando en ella hasta para recuperar la comunidad de iguales que trajo Jesús.

Trabajamos y trabajaremos por una iglesia sinodal que reconozca la plena ministerialidad de las mujeres. Seguiremos trabajando con empeño para que la Iglesia dialogue con los movimientos de liberación de las mujeres y reconozca la diversidad de familias, identidades y orientación sexual.

Trabajamos y trabajaremos para recuperar una Iglesia donde las mujeres seamos reconocidas como sujetos de pleno derecho, con voz y voto en todas partes y valoradas por nuestros talentos y carismas.

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