Evangelio comentado 4 abril

Lee la Palabra de Dios y tómate un tiempo para meditarla. ¡Feliz lectura!

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 45-57

En aquel tiempo,muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:
«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación».

Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
«Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera».

Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.

Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.

Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban:
«¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?».

Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

Comentario por Paulina Arreola

Cuenta el Evangelio, “Muchos creyeron… otros acudieron a los fariseos”. Podemos pensar que todos creerían pues habían visto la resurrección de Lázaro, entonces, ¿quién podría dudar ante este hecho? Pero aún siendo testigos de este gran milagro, fueron libres para creer en Él y seguirle o para denunciarle y apartarle con incredulidad: hechos que culminaron con su crucifixión. 

Podemos aprovechar estos momentos de distancia, de aislamiento, para profundizar en nuestra fe, para mirar dentro y preguntarnos: ¿creo Señor?, ¿soy yo de los que creyeron? Sería bueno después pedirle humildemente, desde el fondo del corazón: “AUMENTA MI FE 

La fe no puede permanecer estática, la decisión de creer o no ha sido y será siempre libre y sus consecuencias inevitables. 

Caifás, sin saberlo, profetiza que Jesús iba a morir para reunir a los hijos de Dios dispersos. Hoy la Iglesia está reunida; pese a la distancia, los cristianos nos sentimos muy cerca.  Tenemos y tendremos tribulaciones, pero confiamos en el que ha vencido al mundo, Jesús, es nuestra unión.

Fijémonos además en esto: “Si alguno conocía el lugar donde Él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo”. Y ese que lo entregaría era uno de sus discípulos, de sus amigos, de sus más cercanos. ¿Qué pasó en el corazón de Judas? Seguramente su fe debió debilitarse poco a poco, su amor se fue enfriando y solo le seguía de manera física.  

¿Qué pasa en nuestro corazón cada vez que traicionamos al Señor con nuestros pecados? Al igual que Judas, algunas de nuestras actitudes paulatinamente nos llevan a que el amor al Señor se vaya empequeñeciendo, como la superficialidad, el egoísmo, la pereza e incluso las mismas prisas del día a día.

Pidamos a la Virgen que nos mantenga muy unidos a su Hijo, que le seamos fieles en lo pequeño y en lo ordinario, que nuestro amor se ensanche y que nuestro corazón desee no traicionarle nunca.

También leemos que los sumos sacerdotes y los fariseos se preguntaban: “¿Qué hacemos? Si le dejamos seguir todos creerán en Él”.  ¡Dejémosle seguir! Hoy y siempre sale a nuestro encuentro y al Señor no hay quien se le resista. 

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