Campaña de San José de las Misiones

Un año más llega la Campaña de San José de Misiones Diocesanas Vascas.

Tras el encuentro del pasado sábado, 12 de marzo, en la localidad vizcaína de Bérriz donde se reflexionó de manera interdiocesana sirvió como una parada para confrontar ideas y definir, con otros agentes, hacia dónde orientar la dimensión misionera en este momento concreto. Aquí puedes leer la crónica.

Esta semana habrá oportunidad de seguir concienciándonos sobre la importancia de las Misiones de la Iglesia:

El jueves 17 de marzo tendremos un cinefórum a las 19:00h en el Aula San Pablo, en Vicente Goicoechea 5. Se proyectará el documental 'Los párpados cerrados de Centroáfrica' y contaremos para el debate con el director del documental, Alfredo Torrescalles y con Teo Corral, carmelita vedruna de Vitoria-Gasteiz que ha estado como misionera varios años en ese país.

El viernes 18, también a as 19:00h, en la Capilla de San Ildefonso –Sicar– en la calle San Ildefonso, será el turno para compartir una oración misionera, al estilo de la Vigilia de la Luz que se realiza antes del Domund, para rezar por nuestras misiones y por los misioneros y misioneras.

Y por último el domingo 20 de marzo, Jornada de San José –se pasa del 19 al 20 por no ser festivo el 19– en la misa de las 13:00h en la parroquia de San Pedro Apóstol, en calle Siervas de Jesús, contaremos con un breve testimonio misionero de Iñaki Sáenz, laico de Vitoria-Gasteiz que ha regresado tras 6 meses en la pastoral misionera del Vicariato Apostólico de Aguarico en Ecuador.

Los Obispos vascos también han querido con esta carta apoyar y renovar el compromiso misionero de la Iglesia.

Toda la información de esta campaña las podéis ver aquí, entrando en este enlace.

 

Misiones Diocesanas Vascas comparte por esta Campaña de San José 2022, este texto que compartimos a continuación: 

Partimos de la situación actual: la pandemia nos ha obligado a estar encerrados en nuestras casas, privados del contacto con los demás y del afecto de las personas queridas.  Nos hemos enfermado, muchos han fallecido.  Nos hemos sentido vulnerables y hemos tenido miedo.  Poco a poco, parece que estamos superando esta situación, sin embargo, seguimos en estado de shock, asustados y paralizados.  Desconfiando de todo y de todos. Escondidos bajo capas de corazas que aunque ya no nos protegen, justifican nuestra pasividad.

Por lo general, las comunidades cristianas no somos indiferentes: antes ya estábamos comprometidas con quienes más sufren, con las personas y los países empobrecidos. Y aunque la pandemia nos ha dejado estancados, incapaces de mirar hacia adelante con esperanza, creemos que ahora es el momento de revisar ese compromiso y renovarlo, con más fuerza y con ideas nuevas.

Es el momento de abrir puertas y dejar que entre el aire; es hora de salir al encuentro de los demás, de quienes conocemos y queremos y de quienes no conocemos y nos necesitan. Es tiempo de renovar nuestro compromiso misionero. En el Domund, se nos han invitado a contar “lo que hemos visto y oído”.  Ahora nos toca dar un paso adelante, salir a las periferias, a las fronteras y comprometernos con la realidad de las personas sufrientes.

Nos preguntamos: ¿Qué puedo aportar? ¿Cómo me sumo al compromiso misionero? ¿Cómo puedo renovar el compromiso con las personas empobrecidas de este mundo? ¿Cómo puedo luchar por Reino de Dios?

Jesús nos insta, en muchos momentos, a no tener miedo.  («¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».Mc 4, 40), a confiar en Él y a poner en orden nuestras prioridades («Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, todo lo demás se les dará por añadidura». Mt 6, 33). Nos llama insistentemente a mirar la realidad con ojos de misericordia («Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, lo vio, sintió compasión» Lc 10, 33) y a ponernos al servicio de las personas más vulnerables («Cuando lo hicieron con alguno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron» Mt 25, 40).  

Las Misiones Diocesanas Vascas queremos renovar el compromiso con nuestras iglesias hermanas de los países empobrecidos.  Los proyectos con los que colaboramos son una parte muy importante de nuestra contribución a la mejora de las condiciones de vida de las comunidades del Sur.  Pero necesitamos más manos que nos ayuden a mantener vivo este compromiso misionero.  Personas que abran los oídos a la llamada misionera y se sumen a esta tarea que desde hace más de 70 años ha configurado la esencia de las tres diócesis vascas.

No podemos seguir viviendo asustados y encerrados.  Los empobrecidos de este mundo nos necesitan.  Es hora de renovar nuestro compromiso con el mundo, con la solidaridad, con las personas empobrecidas, con el Reino de Dios, con la vida.  Es hora de renovar nuestro compromiso misionero.

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