Como el Padre me envió, os envío yo a vosotros

  • Un laico/a como tú

El Espíritu que Jesús prometió a sus discípulos es recibido por ellos tras la  resurrección del Señor. El mismo Espíritu que alentó toda la vida de Jesús anima ahora a los discípulos continuadores de su misión.

El Espíritu hace que interioricemos la persona y el mensaje de Jesús; nos infunde familiaridad con Dios y sintonía con los valores de su Reino. El Espíritu abre nuestra mirada liberándonos de visiones estrechas, impulsándonos a la misión en el mundo.

La acción del Espíritu Santo en los creyentes y en las Iglesia es descrita certeramente por el Patriarca ortodoxo de Antioquía Ignacio V Hazim:

“Sin el Espíritu Santo Cristo pertenece al pasado; la Escritura es letra muerta; la Iglesia, simple organización; la autoridad, pura dominación; la acción evangelizadora, pura propaganda; la liturgia, mera evocación mágica y la moral evangélica, una ética para esclavos. Pero en el Espíritu, Cristo Resucitado está vivo y operante, el Evangelio es fuerza que da vida, la Iglesia significa la comunión trinitaria, la autoridad es un servicio liberador, la misión un Pentecostés continuado, la liturgia es memorial y anticipo de la salvación”.

Como el Padre me envió, os envío yo a vosotros. Recibid el Espíritu Santo (Jn 20, 19-28). Caminaré así, enviado, con tu palabra de paz y con tu Espíritu, libre y comprometido con todo ser humano.

Información

Material correspondiente al 20 de mayo de 2018, Domingo de Pentecostés.

UN LAICO COMO TÚ (Nº16)

 

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