Evangelio del día: «Soy manso y humilde de corazón». Mt11,28-30

Noche vocacional 2017: "aquí estoy, envíame"

La Diócesis de Vitoria ha querido cerrar este mes de mayo con varias iniciativas, dirigidas a los jóvenes, de carácter vocacional. Ya el Obispo D. Juan Carlos Elizalde, en su Carta Pastoral de Pascua “Empujados por el Espíritu, Aquí estoy envíame” anunciaba que el último fin de semana de mayo sería un fin de semana especial. El viernes 26 de mayo, se celebró el encuentro “Con - bocados con el Obispo”, en la parroquia de los Desamparados, previo a la Vigilia de oración por las vocaciones y la adoración.

El domingo, tras la Gazte Meza en la parroquia de San Miguel, en la que además del Obispo de Vitoria, que la presidía, concelebró el Obispo de Puerto Maldonado, David Martínez de Aguirre , se celebró la Noche Vocacional en el pórtico de la iglesia. Encuentro que se prolongó hasta pasadas las diez .

En un clima distendido, en torno a una merienda que prepararon distintos conventos de las religiosas contemplativas de la diócesis, y con el ambiente musical proporcionado por el cantautor cristiano Rubén de Lis, el obispo fue dando la palabra a distintas personas que de manera breve presentaban su vocación.

Esperanza, religiosa de las Cooperadoras de Betania; Liliana, de las Cruzadas Evangélicas que trabajan por la promoción y desarrollo de la mujer en su centro social de Madrid; JJ sacerdote de San Viator; Oscar Areitio, diácono permanente y su esposa Elena; Maria del Mar, religiosa de la Presentación de María; Rafa, seminarista; Paulina y su marido,matrimonio cristiano miembro del Opus Dei; Mikel, postulante franciscano; Diana, religiosa delas Hijas de la Inmaculada; Amagoia y Fran, laicos misioneros (en Ecuador y Angola respectivamente); una religiosa de las Siervas de Jesús… todos ellos hablaron de sus historias personales.

“La vocación es justamente hacer aquello que no quieres… APARENTEMENTE… porque en el fondo estás feliz, te sientes en la manos de Dios, y sirves de caño del Amor de Dios a los demás”. Con esta frase, pronunciada por uno de los participantes, se puede resumir parte del sentir general de quienes compartieron parte de su vida con los que asistieron a la Noche Vocacional 2017.

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