Así transcurren las fiestas en honor a la Virgen Blanca

Las fiestas de Vitoria han pasado ya su día grande, el día de la Virgen Blanca. La alegría se desbordaba ya la víspera, a las seis de la tarde, tras el chupinazo en la plaza que lleva el nombre nuestra patrona. La Cofradía de la Virgen Blanca ha destacado la participación, más numerosa que nunca, en los actos religiosos celebrados estos días. El sábado día 4, a las siete y media de la tarde, en la iglesia de San Miguel se celebraban las vísperas, presididas por nuestro Obispo Don Juan Carlos Elizalde y con las participación del coro de vísperas dirigido por Manu Sagastume que interpretaron las Vísperas Solemnes del compositor alavés Luis Aramburu. Tras las celebración, ofrenda floral a la patrona en representación de las Siete Cuadrillas de Álava.

A las diez de la noche, comenzó el Rosario de los Faroles, que este año ha recuperado el paso por la calle Dato. Para la Cofradía "esta cambio ha mejorado, y mucho, el ambiente de devoción, respeto y silencio de cuantos la presenciaban". En esta ocasión, 350 cofrades han portado los 290 elementos procesionales. Desde la Cruz Procesional, que junto a un grupo de niños portando velas - en recuerdo del gremio de los cereros, fundadores de la Cofradía de la Virgen Blanca - , abrían la comitiva;  hasta la imagen de la Virgen Blanca, que cierra la procesión.

El día 5, fiesta de la Virgen Blanca, la ciudad amanecía con el Rosario de la Aurora. Miles de  fieles siguiendo, en oración, a  la imagen de la Virgen Blanca -  conocida como "la Peregrina"-  por las calles del Casco Histórico. En el trayecto, ofrendas florales de sociedades gastronómicas, de la Sociedad Ciclista Vitoriana y la entrañable ofrenda de las religiosas Siervas de Jesús, que, como todos los años, esperan a la puerta de su casa el paso de la Madre de Dios, la Virgen Blanca. Tras el Rosario, la primera eucaristía del día. A  las 8 en punto de la mañana, desde el altar ubicado en las escalinatas de San Miguel , el párroco,  Juan Carlos Aguillo, se dirigía a todos los presentes: "De mañanita hemos venido a cumplir con nuestra Madre". Miles de fieles siguieron la eucaristía. En la acción de gracias, el obispo, Don Juan Carlos, tuvo unas palabras para los asistentes, recordando a quienes no pueden disfrutar la fiesta: por la enfermedad, por estar pasándolo mal, por encontrarse en situaciones de pobreza ... Y también pidió por las vocaciones sacerdotales para nuestra diócesis, muy necesitada puesto que la media de edad del clero ronda los 70 años: "Nuestros niños y jóvenes necesitan sacerdotes que les acompañen, al igual que las familias, que los mayores y la vida consagrada. Que les den lo mejor de sus servicio sacerdotal. Necesitamos hombres, voluntarios 24 horas, que cooperen con el Señor y sirvan a la comunidad cristiana", recordó.

A las diez y media de la mañana la Iglesia de San Miguel se volvió a llenar para la celebración de la Misa Pontifical. Autoridades, fieles, niños y mayores, presentes para honrar a la patrona en su Día Grande. "Tener como símbolo y patrona a la Virgen Blanca es una ayuda para toda la ciudad. Contemplar a la Virgen con el Niño en su brazo es contemplar nuestra propia vida: somos hijos e hijas muy amados. Las fiestas son agradecimiento por la vida. María, la Virgen Blanca es referencia para todos. Nos hace pensar en la familia, somos familia, somos acogidos por una comunidad... todo eso es Santa María en la Iglesia. La madre es la que aúna, recoge, lima aristas, crea acuerdos... y eso también nuestra sociedad lo necesita. Y en eso es también referencia la Virgen Blanca. A ella le encomendamos nuestras dificultades. En el corazón de las fiestas tengamos siempre muy presente a nuestra Madre y Patrona", explicaba el Obispo en su homilía.

La fiesta continúa. Puedes seguir los actos religiosos programados para los próximos días AQUÍ.

 

 

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