Evangelio del día: «Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre». Jn14,7-14

Homilía del Obispo de Vitoria por el Domingo de Ramos

Compartimos el texto íntegro de Mons. Juan Carlos Elizalde, Obispo de Vitoria, leído durante la Solemne Misa de Domingo de Ramos en la Catedral nueva de Vitoria.

 

HOMILIA DEL OBISPO DE VITORIA
MONSEÑOR JUAN CARLOS ELIZALDE
DOMINGO DE RAMOS 2024

 

“MIRAD QUE SUBIMOS A JERUSALÉN DONDE EL HIJO DEL HOMBRE VA A SER ENTREGADO. LO MATARÁN Y AL TERCER DÍA RESUCITARÁ”.
Cf. Mc 8,31; 9,31; 10,33

Desde la Concatedral de María Inmaculada de Vitoria, Madre de la Iglesia, el triple anuncio de Jesús sobre su Pasión, Muerte y Resurrección nos puede ayudar en esta obertura de la Semana Santa 2024. Gracias Señor por seguir acompañándonos en esta humanidad capaz del atentado de Moscú, de la guerra de Ucrania, de la de Gaza o de las restantes silenciadas.

1.- MIRAD QUE SUBIMOS A JERUSALÉN.

Jesús es consciente de que camina hacia el final de su vida. "Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre”. Juan 12, 27-28

Podría librarse pero afronta el reto, las consecuencias de su vida y mensaje. Asume los costes de su encarnación en este tipo de existencia. Sube a Jerusalén en la Pascua y se presenta en el Templo. "Nadie me quita la vida, la doy porque quiero". "Destruid este templo y yo lo reconstruiré en tres días”. Entra en Jerusalén solemnemente montado en un pollino como el Hijo de David, el Rey que Dios envía, el Hijo de Dios. «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!» Es un triunfo tenso.

“Ardientemente he deseado celebrar esta Pascua con vosotros antes de padecer”.

¿Y nosotros? Conscientes de que subimos a Jerusalén con Jesús. Momento de consciencia personal, familiar, profesional, eclesial. Subíamos a Jerusalén, como los discípulos, discutiendo quiénes éramos los primeros y la Pascua nos centra en lo fundamental. En esta humanidad en guerra, desde un tejido social lleno de conflictos y en una Iglesia polarizada, queremos subir con Jesús a Jerusalén.

Mirad que subimos a Jerusalén, todos entramos en Jerusalén, la vida nos lleva a Jerusalén. La vida nos pone en condiciones de indigencia, condiciones en las que Dios nos consuela.

2.- EL HIJO DEL HOMBRE VA A SER ENTREGADO Y LO MATARÁN.

Va a recorrer el camino de la cruz hasta la muerte descendiendo a infiernos humanos: asume las pasividades internas, lo que nos pasa por dentro: miedo, tristeza, angustia, hastío de la vida, ausencia de Dios. Asume las pasividades externas, lo que nos hacen: envidia, injusticia, soledad, humillación, tortura.

"Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo. Nadie tiene más amor que el que da la vida por los amigos. Vosotros sois mis amigos”. Jesús sufre la traición y el abandono. Porque experimenta la mayor desolación y no ha dejado de amar, está con nosotros y nos acompaña siempre.

“Crucifícale”. Ecce Homo. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Toca las raíces del dolor humano. Getsemaní, Enlosado y Calvario.

¿Y nosotros? Con él, acompañándole, "Somos del bando del Crucificado" "Viéndole  así no sufría verme rica". Santa Teresa. ”Bienaventurados los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas". "¿No habéis podido velar ni una hora conmigo?”.

Él, como guía de montaña experimentado, nos ayuda en los pasos difíciles entre abismos. "Él nos amó primero”.

Expuestos a la traición de Judas o a la negación de Pedro. Acompañando a los crucificados de la tierra hoy en la guerra, en el hambre, en la soledad, en la violencia familiar o en la trata de personas y colaborando con todos los cirineos de la historia.

3.- AL TERCER DÍA RESUCITARÁ.

La óptica, la perspectiva de la Semana Santa es desde la Resurrección, que es a la vez su culmen. Los relatos de la Pasión están escritos desde la luz de la Resurrección, la victoria de la vida sobre la muerte. No podemos olvidar el desenlace definitivo en el Domingo de Ramos, obertura de la Semana Santa.

"No busquéis entre los muertos al que vive. No está aquí. Ha resucitado. Id a Galilea, allí le veréis.” Lucas 24, 5 y 6. El Resucitado les consuela: “No temáis, soy yo, Paz a vosotros, Alegraos”.

¿Y nosotros?

«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?» Lucas 24,32. Los cristianos creemos porque nos ha llegado, generación tras generación, el testimonio de aquellos testigos para los cuales la Resurrección fue tan real como el Calvario. ¡Les cambió la vida! Los que estaban asustados, encerrados y entristecidos, estallaron de alegría, son puro gozo, no pueden no comunicarlo, desafían a las autoridades y dan testimonio humilde de Jesús pues ya nada es igual y todo ha cambiado.

"Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación”. Mateo 16,15 “Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios”. Lucas 24, 46-53.

Pero, si no le van a ver, el mundo no ha cambiado y la misión es casi imposible ¿Alegría? Han estrenado un nuevo tipo de presencia de Jesús: no al lado sino dentro.

Esa alegría, Jesús dentro, su Espíritu, es núcleo de la existencia cristiana, de su esperanza, fortaleza, resistencia y fuerza evangelizadora. Con esa alegría comenzamos la Semana Santa y con esa alegría purificada y fortalecida en la Pascua seguiremos al Señor para construir un mundo nuevo.

La aportación específica de los cristianos en este momento complicado es hacer presente el rostro de Dios en el mundo, para conducir a la humanidad hacia Él. El mundo necesita hoy más que nunca que los cristianos señalemos el paso del Señor por nuestra vida y por nuestra sociedad en las circunstancias más difíciles. Nosotros somos testigos de que Dios comparte la suerte de los crucificados de la tierra. Lógicamente, nuestro testimonio será verdadero si cuaja en una entrega heroica saliendo al paso de las necesidades materiales y espirituales de nuestros hermanos más vulnerables. El criterio de autenticidad de nuestra fe será la entrega a los hermanos. Pero la fuente de nuestra entrega y de nuestra esperanza, será la entrega de Jesús, su Muerte y Resurrección, el Triduo Pascual que nos disponemos a celebrar y que nos toca el corazón.

No estamos evocando y recordando ejemplos que nos animan. Estamos tocando el acontecimiento, llenándonos de su consuelo, alegría y esperanza.

Maria sostuvo a Jesús y a los discípulos en la Pascua. Recibió el Espíritu de Jesús al pie de la cruz y recogió a los discípulos en el Cenáculo para que en Pentecostés ese mismo Espíritu se derrochará sobre la humanidad. María nos conducirá estos días para que podamos dar la mejor respuesta a su hijo Jesús.

¿Qué personaje de la Semana Santa te ayuda más este año? Que desde ahí acompañes a Jesús y puedas socorrer a los crucificados de la Tierra. Una Iglesia que no sirve, no sirve para nada. Yo, ¿en qué puedo ayudar al Señor en esta humanidad nuestra?

+ Juan Carlos Elizalde
Obispo de Vitoria

 

En la Catedral de María Inmaculada, Madre de la Iglesia,
Vitoria Gasteiz, a 24 de marzo de 2024, Domingo de Ramos

 

Puedes descargarte aquí la homilía en PDF.

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