La diócesis de Vitoria en la canonización de Pablo VI y Óscar Romero

Las 45 personas que conforman la peregrinación diocesana a Roma y Asís que  inician su viaje el sábado 13 de octubre, participarán el domingo en la Ceremonia de canonización del Papa Pablo VI y de Óscar Romero.  Esta peregrinación, que encabeza el Obispo, D. Juan Carlos Elizalde , y en la que también participa el Vicario General, el salesiano Carlos García Llata coincide con este importante acontecimiento eclesial y con la celebración del Sínodo de los Jóvenes, que desde el pasado 3 de octubre se está celebrando en Roma.

La semana pasada el grupo mantuvo una reunión previa en la que el obispo D. Juan Carlos Elizalde acogió a todos los peregrinos - procedentes de distintas parroquias de Vitoria, Llodio y Treviño - y les manifestó que las peregrinaciones son experiencias potentes de Dios y de la vida cristiana y calificó este momento como providencial. “Estar allí en estos días, en las canonizaciones y en la audiencia es un momento providencial de adhesión de la diócesis al Papa, como Pedro,  y de expresar nuestro ánimo” – explicó entonces.

El domingo 14 de octubre serán canonizados en la Plaza de San Pedro el Papa Pablo VI, calificado por el propio Papa Francisco como el “timonel del Concilio Vaticano II” y Monseñor Óscar Romero, asesinado en El Salvador mientras celebraba la eucaristía. Además serán canonizados los beatos Francesco Spinelli – fundador del Instituto de las Adoratrices del Santísimo Sacramento –, Vincenzo Romano —sacerdote diocesano–, Maria Katharina Kasper – Fundadora del Instituto de las Pobres Siervas de Jesucristo—, y la española Nazaria Ignacia March Mesa– fundadora de La Congregación de las Hermanas Misioneras Cruzadas de la Iglesia– .

Pablo VI se convertirá en el tercer Papa canonizado por Francisco, que en 2014 ya canonizó a Juan XXIII y a Juan Pablo II. Será el 81º Papa en subir a los altares. En junio de 1963, tras morir Juan XXIII, fue elegido Papa. Su primera reunión  fue con los sacerdotes de su nueva diócesis, a los que les dijo que en Milán había comenzado un diálogo con el mundo moderno y les pidió que buscaran el contacto con todas las personas de todos los sectores sociales. Su gran desafío fue continuar el Concilio, que su predecesor había puesto en marcha. Los años 60 fueron años de cambios, y la Iglesia se preparaba para servir al mundo desde la perspectiva del encuentro y el diálogo, impulsada por el nuevo Papa: “El mundo cambia velozmente. La Iglesia también. No debemos retrasarnos, como sucedió alguna que otra vez” Llevó a cabo tres sesiones del Concilio y lo clausuró el 7 de diciembre de 1965, al finalizar la cuarta y última sesión. En Palabras del Papa Francisco “ fue el gran timonel del Concilio”. Posteriormente fue importante su papel en la interpretación y aplicación de sus mandatos en el difícil tiempo del posconcilio. (Artículo Pablo VI, "el timonel del Concilio Vaticano II")

Monseñor Romero denunció las injusticias sufridas por el pueblo y los continuos ataques a los Derechos Humanos en su país. Luis María Goikoetxea, sacerdote de nuestra diócesis de Vitoria, fue testigo cercano de aquellos años. Residía en Lima como consiliario y asesor latinoamericano de la Juventud Estudiante Católica (JEC) y el MIEC . "La humilde figura de Monseñor Romero  fue creciendo en la medida en que su fe, su libertad, su palabra, su testimonio como pastor de un pueblo maltratado iban recibiendo apoyo y reconocimiento de muchos. Al mismo tiempo, quienes lo declararon su enemigo preparaban su muerte" recuerda Goikoetxea.

Su lema episcopal era “Sentir con la Iglesia” . "Estas pocas palabras exigieron de Mons. Romero un discernimiento permanente, cada vez más radical, una vida interior cada vez más desnuda, una familiaridad íntima con la Palabra de Dios, un hacerse pueblo pobre y sencillo hasta llorar con cada tragedia y sufrimiento… y un sentido de su responsabilidad como Pastor hasta la entrega total" - explica Goikoetxea. En aquellos momentos tan convulsos, Luis Mª Goikoetxea fue uno de los sacerdotes que concelebró el funeral de Monseñor Romero. "Los laicos del equipo decidieron que debíamos hacernos presentes en ese funeral representando a tanta gente con la que estábamos en contacto y creyeron que, dadas las circunstancias en El Salvador, lo mejor era que fuera el cura del equipo. Ese funeral, el día previo en encuentros con Ellacuría y Jon Sobrino, los que estuvieron y los que no estuvieron, los asesinados en la plaza nada más comenzar la homilía del Cardenal Corripio, fueron para mí un duro examen, purificador, liberador, sobre el significado de “Sentir con la Iglesia”. La voz de Mons. Romero sigue sonando".

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