Evangelio del día: «Vosotros sois la luz del mundo». Mt5,13-16

Hablar de reconciliación

Hablar de Reconciliación, conferencia de monseñor Juan María Uriarte en el Encuentro del Laicado Tiempo de hablar: reconciliación social.

La ponencia está estructurada en torno a cuatro puntos:

  1. Análisis de la situación presente
  2. Necesidad de Reconciliación
  3. Qué es y qué no es la auténtica reconciliación
  4. Pasos para preparar la reconciliación futura.

IMG_20150307_102700La situación actual no permite avanzar por el camino de la reconciliación, que es el alma de la paz estable, pero sí de prepararla e introducir la inquietud de la paz plena y la reconciliación auténtica. Algunos piensan que ésta en la que estamos es la paz posible y suficiente. Lo que a modo de ver del ponente es una ambición corta y modesta  que además supondría “una herida cerrada sin el drenaje necesario”.

El hablar de reconciliación sigue suponiendo para muchos cierto nerviosismo – afirmó el obispo – ; bien por considerarlo un concepto religioso, bien porque consideran que sólo es válido para las relaciones interpersonales. Algunas víctimas consideran que es una burla, o que deja al margen cuestiones como la reparación, la justicia o la memoria, o sostienen que supone equiparar y mezclar a todas las víctimas dentro de un “magma indiferenciado”.

Juan Mª Uriarte explicó, sin embargo, que si bien en sus orígenes reconciliación fue un término religioso, ya no lo es, puesto que se ha convertido en un concepto cívico, y que los acentos que tiene para los cristianos, sólo enriquecen este concepto. Señaló, además, que no se trata de un asunto privado entre individuos, puesto que en este caso se rompió la armonía social, debido a afiliaciones, agravios acumulados… Sí explicó que la reconcilaicón individual y social están estrechamente vinculadas. Evocando a Nelson Mandela, insistió en que sólo personas reconciliadas son capaces de construir esa reconciliación social. Tampoco la reconciliación incurre en una injusta e inhumana comparación entre víctimas.

“La reconciliación social es un proceso”, afirmó Uriarte en varios momentos de la charla. E insistió en que es un concepto más rico que el de convivencia pacífica. Explicó que quienes hacen uso de este último quieren olvida los pasos del perdón y de la convergencia en un patrimonio de valores, puesto que no los consideran necesarios, pero su ausencia empobrece el proceso.

“La reconciliación no excluye ni la verdad ni la justicia. Tampoco significa que los enemigos se vuelvan amigos. No es pura coexistencia sin violencia. No exige que todos se pongan de acuerdo en el origen sino que haya un respeto crítico a los diferentes relatos que hay y habrá. No significa, en modo alguno, el olvido de las víctimas sino que reclama que las víctimas sean reparadas, recordadas y lamentadas. No exige a las víctimas otorgar su perdón, pero sí les invita a hacerlo, porque no hay reconciliación auténtica sin perdón pedido y otorgado. No exige tampoco gestos humillantes, pero sí el deber morar de reconocer y la reparación posible del mal causado”, explicó el Obispo emérito de San Sebastián.

En otro punto de la charla monseñor Uriarte aportó algunas sugerencias para preparar la reconciliación social: “Preparar la reconciliación es un camino largo y laborioso, en el que hay que ser pacientes pero no pasivos. Hay que ejercitar la paciencia activa” afirmó.

El primero, auscultar nuestro propio interior para ver si estamos reconciliados y en paz con nosotros mismos y con Dios. Un segundo paso es comprender bien qué es la reconciliación, evitando aproximaciones cortas o desviadas. Otra de las tareas posibles es transmitir la visión cívica de la reconciliación y la visión cristiana de la reconciliación. Tampoco se debe olvidar el papel fundamental de la oración para alimentar la esperanza cristiana en este proceso. Y otro punto importante es la educación en la familia y en la escuela . “El proceso de reconciliación dura años, a veces es necesario que pase una generación. Educar en la familia y en la escuela a estas generaciones puede desanimar a los impacientes, pero no a padres y educadores que están por esa inversión que garantiza un futuro en paz”, concluyó.

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