Evangelio del día: «Vosotros sois la luz del mundo». Mt5,13-16

¿Y cómo no hacerlo?

Me piden que escriba sobre el porqué creo que es importante desde una base cristiana el poder recibir y ofrecer una orientación familiar, especialmente en momentos difíciles o de crisis.

Además de terapeuta (individual, de familia y de pareja) colaboro voluntariamente en la Parroquia de los Ángeles en un equipo dedicado al acompañamiento a familias y/o personas con dificultades que ofrece eso mismo, apoyo y orientación en los momentos dolorosos que cualquier pareja o familia pueden atravesar a lo largo de sus vidas. Por eso, y  ante esta demanda que me hacen, me surge inmediatamente otra pregunta que brota desde lo más hondo de mí: ¿Y cómo no hacerlo?

ReconstruyendoEn la familia habitualmente nacemos y pasamos nuestra infancia y nuestra adolescencia y ahí tenemos la oportunidad de conocer el amor, de recibirlo, de aprender a darlo. Pero, ¿y cuándo no es así? ¿Y cuándo el niño o el adolescente está en contacto con el desamor, o con el abandono o con el conflicto?

Las relaciones familiares tanto en las familias de origen como en las familias que creamos son fuente de vivencias de gran intensidad emocional. En ellas podemos tocar el Amor de Dios, de ese Dios/Padre/Madre que nos ama incondicionalmente y que habita siempre en nosotros, pero también podemos tener experiencias que tienen que ver con el egoísmo, la agresividad, las discusiones continuas, etc.

¿Qué familia se libra a lo largo de toda una vida de tener que afrontar momentos y circunstancias a veces extremadamente difíciles, como una enfermedad grave, un accidente, conflictos en la relación de la pareja, inseguridades a la hora de dar respuesta a la problemática de un hijo, una muerte repentina, una separación no querida... y otras muchas vivencias que dejan a la persona herida y rota o con sentimientos de culpa, fracaso o impotencia?

Iglesia¿Cómo no ser en esos momentos y cómo no convertirse la Iglesia y los que la formamos en un apoyo? ¡Qué importante puede ser para tantas personas en esos instantes cruciales y difíciles de su vida familiar contar con un espacio/lugar/tiempo donde puedan sentirse escuchados, comprendidos, orientados! Donde puedan sentir que no están solos, que el Amor del Padre les sigue llegando a través de personas que les entienden y les ayudan en la búsqueda de nuevos caminos o en la resolución de ciertas dificultades o en la elaboración de duelos o de otras circunstancias dolorosas.

No sólo me parece adecuado y conveniente, sino que creo que en la familia y en la sociedad actual existe una necesidad a la que hay que dar respuesta. Además, el poder conjugar la ayuda profesional con las creencias espirituales permite un marco de acción que amplía enormemente la eficacia en la ayuda. Y para una persona creyente es muy importante poder expresarse desde su sentir humano y espiritual y recibir una respuesta en esta doble dirección.

Y en este Año de la Misericordia repito la pregunta del comienzo ¿Cómo no hacerlo?

Isabel Vargas

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